Yo no sé por qué tiene los barberos fama de charlatanes. Pienso yo que
el barbero fue la figura de la que surgió el “sacamuelas” y, por lo que sea,
fueron ellos los primeros incipientes cirujanos que atendían a pequeñas
intervenciones, y como los “sacamuelas” tenían fama de habladores, porque no se
trataba sólo de sacar el diente, sino de autoanunciarse en las plazuelas para
que viniera la clientela, y como gentes con muelas malas y a punto de sacarse no
las había en una sola población, tenían que ser unos trotamundos e ir de pueblo
en pueblo ofreciendo sus servicios. Es más, esa profesión debió mezclarse
después con la de “charlatán”, que lo mismo sacaba muelas que vendía elixir
mágico o cualquier otro producto.
Pero el barbero solía ser una persona estable y su charla hay que
relacionarla con el entretenimiento al cliente, al que había que hablarle de lo
divino y de lo humano, para entretenerlo mientras se procedía al rapado de la
barba —cosa habitual— o al corte de pelo, más de tarde en tarde.
Por regla general ha habido barberos muy activos, pero los ha habido
también muy vagos. Se cuenta que en Ruanes había uno que cuando se le juntaban
más de tres clientes esperando, muy indignado decía: “¡Pero hombre, es que no
hay más barbería en el pueblo que la mía?”… y mandaba al resto de los clientes
al otro barbero. Se han contado muchos chistes de barberos, porque los había
buenos y malos; uno muy común era el del forastero que preguntaba a un paisano:
“Oiga, ¿dónde está la barbería?”, y éste le responde: “Siga usted el rastro de
sangre.”
Pero estas son exageraciones que no vienen al caso. Lo que sí es
cierto es que la psicología del barbero charlatán y sabedor, la calca
magníficamente el libro “las mil y una noches”, en las historias del “barbero y
sus hermanos”. Yo leyéndolas siempre recordaba al barbero cacereño por
excelencia que es mi buen amigo Juanito Barra, cuya barbería en la calle
Pintores, siendo posiblemente uno de los establecimientos más veteranos de ella
y, en la que —aun estando ya jubilado— sienta muchas veces cátedra de bien
decir y contar, porque Juanito Barra, aparte de ser una figura popular en
Cáceres, es un compendio vivo de la historia cacereña de los últimos sesenta
años… y me quedo corto. Como yo, muchos cacereños nos hemos embobado con sus
historias, y en esta esquina del nuevo año, le deseo sean muchos más los que
nos siga embobándonos con ellas.
Diario HOY, 23 de diciembre de 1981
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