Aunque el tema parezca nimio, la preparación de los Reyes Magos es más
importante de lo que pueda parecer a primera vista. En ella los niños deben
tener “voz y voto” y los mayores acatar sus decisiones. Tan importante es el
tema que, entendiéndolo así los comerciantes avispados de esta sociedad de
consumo en la que vivimos, ha comenzado ya su mentalización del niño a través
de la pequeña pantalla, pero no ofreciéndoles lo mejor, ni lo que ellos desean,
sino “comiéndoles el coco” (como se dice ahora) para que pidan —y sus padres
compren— lo que a ellos les interesa vender. A mi esto —con todos los respetos
para la sociedad de consumo— me parece un juego sucio de la industria del
juguete y le veo poca solución porque, dígame, ¿cómo cerramos la “tele” a los
pequeños en estos días de vacaciones, o cómo luchamos contra la “mentalización”
que sus anuncios suponen? En fin, que el pobre niño acabará tragando lo que no
quiere, como le va a suceder después en la vida “de mayor” con otras tantas
cosas.
Otro problema que se plantea —dejando ese sin solución— es ¿cuándo le
damos los juguetes, en las fechas tradicionales o en las de fin de año? Aquí
hay opiniones para todos los gustos. Hay familias que siguen la tradición de los
Magos y los juguetes se dan en la noche del 5 al 6, pero hay que reconocer que
la vacación escolar termina con el día de Reyes, y por tanto el disfrute de
esos juguetes va a ser mínimo, por lo que otras familias han optado en darlos
la noche de fin de año, dejando así a los niños unos días para disfrutar de
ellos. Son problemas nuevos que en nuestra infancia no se nos daban, pero que
hay que tener en cuenta, porque la sensibilidad del niño es grande y la
“bendita inocencia” hay que cuidarla porque cada día es más escasa.
Por otra parte hay que reconocer que ahora, en esta sociedad actual,
casi todos los días son “de reyes” porque el niño recibe más juguetes que
entonces, y la ilusión —por aquello de que la privación es causa del apetito—
es menor.
Recordando la infancia vivida en mi época, diré que la ilusión era
mayor y nos conformábamos con cualquier juguete, no importándonos si nos lo
daban antes o después, porque en la mayoría de los casos, tras disfrutarlos el
día de Reyes, nos lo guardaban para ocasiones muy importantes. Pero la sociedad
y el mundo evoluciona y lo que antes no se tenía en cuenta ahora debe tenerse,
por lo que planteamos todo este “dilema” para los padres que aún creen en la
inocencia de sus hijos y quieren seguir conservándosela.
Diario HOY, 30 de diciembre de 1981
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