Comenzamos bien la cuesta de enero que nos quieren convertir en una
carrera de obstáculos. Digo que la comenzamos bien, porque —para dar ejemplo—
ya el Consejo de Ministros aprobó la subida de las tarifas eléctricas,
poniéndolas a niveles que un simple calambre nos va a costar lo nuestro… Como
compensación, nimia, se ha subido también el jornal mínimo, suponemos que para
que tengan para velas los que se decidan a pagar la luz eléctrica… porque ni
que decir tiene que esto de las subidas suele ser una cadena en la que, a poco
que te lo pienses, unas subidas llevan concatenadas otras.
Si usted pensaba comprarse la calefacción por placa eléctrica, por
ejemplo, se lo pensará más de una vez, porque el consumo del funcionamiento de
este “cacharro” le ha quedado automáticamente encarecido… No obstante, como
consuelo, se nos dice que “posiblemente no subirán más durante el año 82 estas
tarifas, si los árabes del petróleo siguen manteniendo la promesa de no subirlo
durante este año”. Este consuelo sería válido si es que todas nuestras
centrales eléctricas fueran de “gasóleo”, pero por lo menos las que más
producen y venden son las hidroeléctricas, que emplean agua y no petróleo y que
ahora, con las riadas ocurridas, están trabajando a tope sin que se les haya
encarecido la materia prima.
De todos modos, habría que comenzar a pensar en la sustitución del
sistema clásico de electricidad por otros sistemas más baratos, como podrían
ser los de las “células solares”. En la misma capital funciona ya un inmueble
de varios vecinos que tienen montado en el tejado un “tinglado” de este tipo al
parecer con resultados positivos; en alguna explotación agrícola de la
provincia funciona también algún montaje de este tipo que aprovecha la energía
solar, produciendo el consiguiente ahorro… Lo que nadie te dice es si esto es
lo suficientemente positivo como para enjugar el desembolso inicial, que al
parecer es fuerte, pero habría que enterarse.
De todos modos, uno piensa que las nacientes asociaciones de
consumidores y usuarios deberían tomarse más en serio estas otras opciones e
informar a sus socios sobre las ventajas o inconvenientes de aplicarlas. Porque
no sólo en protestar por las subidas debe quedarse la gestión de estas asociaciones,
sino en promover lo que en un futuro puede sernos útil y económico a los
posibles usuarios… vamos, digo yo.
Diario HOY, 17 de enero de 1982
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