La solemne apertura de curso de la Universidad de Extremadura,
celebrada ayer en Cáceres, va a ser el objeto de nuestra “ventana” de hoy, por
varias razones, y entre otras por la solemnidad que el marco de la ciudad
monumental ha prestado a la procesión cívica con el claustro universitario
revestido de togas, mucetas y birretes, y custodiado por maceros, que desfiló
—marcando sin duda una nueva andadura— desde el palacio de los Ribera (que será
el Rectorado de la Universidad en Cáceres) hasta el palacio de la Generala (que
es la actual Facultad de Derecho), donde se celebraron los solemnes actos, cuyos
pormenores narramos en nuestra información general, pero cuyo anecdotario
…aunque sea para la pequeña historia de Cáceres— queremos comentar aquí. Es la
primea vez que una solemnidad de este tipo tiene lugar dentro de nuestra ciudad
monumental y podemos decir que el protocolo observado podría compararse al que
hace siglos debió tener la procesión cívica que inauguró la Audiencia
Territorial de Cáceres y que convirtió a nuestra vieja ciudad en un centro muy
parecido a los tradicionales ingleses de Oxford, o a las solemnidades que en la
vieja Universidad salmantina debieron tener estos desfiles en el pasado. Las
viejas torres miraban con asombro el paso de esta procesión, en cierto modo,
insólita en estos tiempos.
Pero el anecdotario es punto y aparte, y como todo debe contarse
—aunque sean los rumores— pasamos a recogerlos. En primer lugar diremos que los
maceros que desfilaban tuvieron que ser los de Trujillo, porque parece que
Cáceres no prestó los suyos, aunque desconocemos la causa. Otro hecho que se
comentó es que mucho del profesorado de Derecho asistía vestido de “paisano”,
porque parece ser no había togas para todos, aunque era en su Facultad donde se
celebraba el acto.
Finalmente hubo una larga espera del director general de Ordenación
Académica y Profesorado, don Ángel Viñas, que había de presidir la procesión,
espera que se prolongó más de media hora, por un despiste ocurrido o al propio
director general o al conductor de su vehículo que desde Madrid le llevó a la
Facultad de Derecho, pero equivocando el camino y llevándolo hasta Badajoz,
porque al parecer alguno de ellos —el director o el conductor— desconocían que
esta Facultad estaba en Cáceres y no en la capital hermana… Creemos que el
“lapsus” —si es verdad que se produjo así— dice bien a las claras el despiste
que en el propio Ministerio se tiene sobre la Universidad de Extremadura.
Agreguen ustedes el comentario que les parezca, aunque hay que reconocer que
los sabios son distraídos.
Diario HOY, 8 de octubre de 1981
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