Dice don Toribio Ruiz Franqueza, delegado de Telefónica en Cáceres,
que los cazadores le están estropeando sus líneas telefónicas con los tiros, ya
que los plomos de ellos rompen el revestimiento de los cables telefónicos y
producen averías o derivaciones muy difíciles de localizar.
Lo que uno no llega a imaginarse es cómo los cazadores se dedican a
tirar a los cables telefónicos. ¿Será que “cabreados” de que no hay caza la
emprenden con ellos? ¿Será que a la vista de lo que se han incrementado los
recibos telefónicos “desfogan” tirándole a los cables…? Yo no sé qué puede ser,
pero desde luego está mal eso de salir al campo y viendo que uno va a venirse
“bolo”, emprenderla a tiros con los cables produciendo el consiguiente “cableo”
(dicho sea en chino) del delegado de la Telefónica.
Imagino yo que lo que pasa es que algún cazador, de esos que no le
pegan a un cerro, trata de abatir algún ave posada en los cables y, sin querer,
produce esas averías de que habla el delegado. Vamos, para entendernos, que a
lo mejor no se ha “cargado” la pieza, pero se ha “cargado” una interesante
conferencia telefónica con Andorra, ponemos por caso, y eso no está bien como
tampoco lo está el tirar a las aves posadas porque eso dice muy poco a favor
del cazador. Recuerdo a este respecto que “Costillares”, que aquí fue el
“Tartarin de Tarascón” local, cuando vivía —por aquello de no pegarle a un
cerro—, se iba detrás de las paredes de los cercados, agachado, para sorprender
a las palomas que picoteaban al lado opuesto de la pared. Como esta caza la
hacía agachando el cuerpo como un jorobado, él que era un inventor de sistemas
cinegéticos, cuando le preguntaban “¿Qué, “Costillares”, cuántas cayeron hoy?”,
solía responder: “He matado unas palomillas al “jorobeo”, que era el sistema de
andar jorobado persiguiéndolas.
Pues bien, habrá que inventar otra palabra para los que matan aves
posadas en los cables, que pudiera ser la de “matarlas al telefoneo”… pero, de
todos modos, y tomando la cosa en serio, uno piensa que esos impactos en los
cables pueden ser más debidos a las escopetas de aire comprimido de los
chavales que a los impactos de los cazadores veteranos, por lo que lo aconsejable sería prestar más vigilancia al
uso de esas escopetas. Un cazador puede que tire en dirección a un cable y lo
dañe, pero no es lo habitual ni lo frecuente, don Toribio.
Diario HOY, 16 de octubre de 1981
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