Me contaba el gran periodista que fue Dionisio Acedo —fallecido ya por
desgracia— que allá por los tiempos azarosos de la guerra civil, en contra de
su voluntad y casi por “ordeno y mando”, se le obligó a formar parte como miembro
de uno de aquellos tribunales de “depuración” tan en moda por aquel entonces en
las dos zona y que han vuelto a poner en moda los partidos políticos, aunque
ahora los llamen “tribunales de disciplina”, siendo el caso no dejar a nadie
pensar libremente y sin “andaderas”.
A decir verdad, ese tribunal de que mi admirado amigo formó parte era
para lo que pudiéramos llamar “cosa de menor cuantía”, porque las otras
las juzgaban las autoridades militares.
También he de decir que la bondad innata en Dionisio Acedo le llevó en mucha
ocasiones a situaciones difíciles porque trataba de defender a todos y en nadie
veía falta, lo que sus compañeros de tribunal le echaban en cara como un baldón
y le puso a veces en verdaderos apuros, que entonces podrían tener graves
consecuencias nada más que a uno le tildaran de “rojo”. Pero volviendo al caso
referido, me contaba, que en una ocasión llego un hombre de pueblo, que había
sido alcalde de su pequeña localidad durante algún tiempo y al que alguien
—esto se daba mucho entonces— por malquerencia había denunciado como “del otro
bando”. Se le estaba haciendo la ficha y el presidente del tribunal le
preguntaba:
—¿Pertenece el acusado a Falange Española y de las JONS?
—No, “señol” juez, pero “cuanti” salga de aquí me apunto —fue la
respuesta del preguntado, que, al parecer, “salió con bien” y se “apuntó” a la
Falange.
Este era un caso que se daba mucho entonces, porque en España no son las
ideas lo que privan, sino la conveniencia particular y aun las modas. Lo malo
es que este caso se sigue dando ahora en plena democracia y muchas veces en sentido
contrario:
—Lo que nos valdría Fulano para tal cargo, porque bien demostrada
tiene su eficacia; lo malo es que no es del partido.
—Eso no importa —responde el otro—; vamos a proponerlo y, de
interesarle, lo “apuntamos”…
¿Qué estos no son idealismos? Claro; pero ¿quién les ha dicho que nuestros
partidos, o la mayoría, persiga ideal alguno? Los “Ideales” para el estanco.
Diario HOY, 20 de junio de 1981
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