Al regresar de las mini-vacaciones que me he tomado me pasé por
Hervás, y como no sabía nada del “lío” que tenía el gobernador civil con el
consejero de Sanidad de la Junta de Extremadura —o viceversa—, sin ánimo de
ofender a ninguno de los dos, me di un baño en la piscina de Hervás, que, dicho
sea de paso, tiene un agua tan limpia como la que más, azul y transparente, que
parece está diciendo “beberme”, aunque, claro, no intenté hacerlo ni hubo
amigos que me dieran “ahogadillas” para que la probara de forma involuntaria Yo
no conozco el agua de las otras “piscinas condenadas” al cierre, pero de la de
esta —como usuario esporádico— puedo garantizar que es tonificante y fría como
la que más, aunque el señor consejero se empeñe en cerrarla.
Lo curioso de todo este lío, que a mi modo de ver es algo así como
discutir del sexo de los ángeles, lío que, dicho sea de paso, produce en el
hombre ajeno al politiqueo —que dicen hay de fondo— más risas que otra cosa, es
que se ha armado no por la calidad del agua —que no se discute en ningún caso—
o la contaminación de ella, sino por unos aspectos burocráticos en algún caso o
de organización en otros que no se han cumplido a su tiempo, pero que ya están
cumplidos en exceso.
Según alguien me explicó, los cierres que se invocan se debe en algún
caso a que determinada piscina no poseía una tablilla con las normas a seguir
en caso de accidente; otra, porque no estaba a mano un “salvavidas” que tiene
que tenerse; otra porque no se había habilitado una habitación con una mesita
de primeros auxilios y un “balón de
oxígeno”, o bien que no estaba en su sitio el socorrista oficial… Cosas, todas
ellas, porque habrá alguna cosa más que no recuerdo, que se pueden subsanar en
una hora y nada más que al dueño de la piscina se le diga lo que tiene que
hacer para tenerla a punto… O sea, que no es que el agua esté contaminada, sino
que se cumple el reglamento en tal o cual punto —en algún caso burocrático—…
bien, y la polémica sigue, y se piden dimisiones, y hemos hecho la bola de
nieve de una nimiedad… Pero oiga, ¿alguien se ha preocupado de preguntar a esas
piscinas si ahora cumplen la norma… o se intenta cerrarlas aún cumpliéndola?...
¿Qué tratamos de librar aquí, el huevo o el fuero?
Es lástima que mis paisanos —que creo tienen cosas más serias que
hacer— se enzarcen en estas niñerías
Diario HOY, 1 de agosto de 1981
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