Ahora que comienzan a regresar los que vacacionaban y comienzan a
contarnos qué tal les ha ido a cada uno el veraneo, se saca la consecuencia no
de que los precios se han disparado, sino de que lo que se han disparado son las
ambiciones. Cierto que cada cual “cuenta la feria según le ha ido en ella”,
pero aunque hay una minoría que dice que se lo han pasado muy bien —en general
todos nos lo pasamos muy bien en vacaciones— hay otra que se queja de los
precios y el poco control que se viene teniendo de ellos en los alojamientos,
restaurantes, bares y comercios en general dedicados a “atender a los
turistas”.
Hay algo que hay que decir y es que esa gran fuente de ingresos que
fue para España el turismo nos la estamos cargando. El retraimiento de turismo
extranjero ha sido lógico de unos años a esta parte porque España, que en un tiempo fue una “bicoca” para el
extranjero, por lo barata que estaba, ahora no lo es tanto, puesto que muchos
países —sobre todo del Este— nos hacen una gran competencia en precios y hacia
aquellos lugares se ha dirigido la corriente turística extranjera. Pero aparte
de ello, y por si fuera poco, en el momento más inoportuno surgió lo del aceite
de colza, el fraude de los alimentos, la poca o mala inspección sobre ellos,
etc., etc., cosas que como es lógico han servido de “bandera” a la competencia
turística de otros países a la hora de decidir dónde ir. ¿Cómo ir a España,
donde uno se puede morir por comer algo? Esto, amigo, lo tenemos que reconocer
con todo el dolor que pueda producirnos, porque si a nosotros los que vivimos
aquí, y en cuanto a la comida, no “se nos arrima la camisa al cuerpo”, ustedes
nos dirán si, siendo extranjero y viendo lo que sucede, se “juega uno la vida,
por mucho sol que tengamos en España”. En definitiva, que el turismo ha tenido
que ser nacional, pero también aquí nos vienen fallando “las inspecciones”,
porque algunos amigos que vacacionaron en Cádiz —por poner algún sitio— se nos
vienen quejando de que por una simple ensalada de lechuga, que no satisfaría a
un grillo, les han cobrado algo así como 600 pesetas, y muestras de este tipo
las ha habido en manojo. El amigo que nos contaba esto nos decía que no
valieron ni libro de reclamaciones ni nada por el estilo, ya que parece que lo
que antes funcionó bien, cuando había un Ministerio especializado, ahora no
funciona tan bien y deja mucho que
desear. La pregunta es lógica: ¿Si algo funcionó bien en tiempos, por qué nos
lo hemos cargado? Y que cada cual haga su meditación.
Diario HOY, 1 de septiembre de 1981
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.