Comentaba yo con “Franquete” y “Laviana”, dos humoristas cacereños,
que como Dios les da a entender y con mejor o peor fortuna —que este es el
calvario de cualquier artista— siguen manteniendo viva la tradición humorística
de la ciudad en la que de antiguo hubo nombres muy estimativos, como podrían
ser los de Marra, Burgos o Palma. Comentaba yo, repito, que los griegos, de
cuya cultura parte la actual, solían desterrar al ostracismo al convecino que
no se le veía reír con cierta frecuencia.
Por cierto, “Laviana” apuntó: “Pues si los desterraban a todos a la
misma isla estaría aquel lugar como para darse una vuelta por el mismo, con
tanto “sieso”…” Y es que el humor es una espita de escape para la seriedad y la
malquerencia, no exenta de “stress”, que a los humanos suele invadirnos. Qué
duda cabe que “los duelos con humor son menos”. Y partiendo de esa premisa podríamos
comentar lo que a nuestro Ayuntamiento le viene sucediendo con la rotura y
desaparición de los “cepos de tráfico” que, habiéndose puesto de moda, son
motivo de desesperación para el alcalde, señor Domínguez Lucero, y suponemos
que del concejal de Tráfico, señor Machuca, que fue el que trajo esos
instrumentos a nuestra ciudad —claro que con el permiso del alcalde y la
Corporación—. El alcalde se indigna y dice que el que vuelva a destrozar un
“cepo” puede acabar en el Juzgado de guardia para responder de daños y
perjuicios. Pero si le echamos a todo esto humor, como se lo echaban algunos
amigos que comentaban el caso, comenzaremos diciendo que al amigo Machuca, por
eso de traer los cepos, le han comenzado a llamar “El Cepero”, y como “El Cepero”
era uno de los mejores “cantaores” de flamenco que hemos tenido, traduciendo
todo esto al lenguaje folklórico-flamenco, nos imaginamos a Machuca de vuelta
de vacaciones en Portugal, cantando a imitación de Manolo Escobar:
“Mi cepo me lo
robaron
estando de
vacaciones,
si llego a
estar en activo
se enteran
estos “robones”.
¿Dónde estará
mi cepo,
dónde estará
mi cepo…?”
O bien, por soleares, que es cante más grande y profundo, como el de
“Cepero”:
“El que robe o
dañe un cepo
si le
entrillan los dañados,
según dice
nuestro alcalde,
puede verse en
el Juzgado.”
Y todo esto acompañado a la guitarra por Cupido, que es el de la
música.
Diario HOY, 23 de agosto de 1981
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