De unos 11 a 19 automóviles mal aparcados viene recogiendo la “grúa”
de tráfico de Cáceres diariamente. Aparte de ello, se han venido a sumar a esta
“limpia” de las calzadas, encaminadas a un tráfico más civilizado, los “cepos”
que nuestros policías municipales suelen ajustar a coches mal aparcados y que,
si son la indignación del que “cayó en el cepo”, arrancan, por otra parte, el
aplauso de una gran mayoría que ven que el tráfico puede mejorar con la
aplicación justa de estos métodos que, en definitiva, deben pretender no sólo
engordar las arcas municipales, sino imbuir un civismo a la anarquía que hoy
tienen la mayoría de los conductores.
Ayer, por no ir más lejos, vimos la “limpia” que se hacía ante el
edificio de Servicios Múltiples, de los coches aparcados en doble fila. Ello
tuvo pendiente, media mañana, a los funcionarios, que con poco trabajo y con el
calor estival encima, se entretenían desde las ventanas en ver a cuál le tocaba
el que le pusieran el “cepo” y en las peripecias y discusiones que ello
provocaba entre el guardia y los protagonistas.
Pero lo más curioso del caso era que mientras un coche con dotación
suficiente de “cepos” estaba a la caza de estos “incautos”, había muchos más
que sin enterarse de lo que venía pasando dejaban su coche, también mal
aparcado, lo cerraba y se iban a sus negocios, sin darse cuenta de que ellos
eran los próximos “encepados”. O sea, que vamos tan deprisa por la vida que no
nos damos cuenta de aquello de: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…”, y
tropezamos en la misma piedra en que acaba de tropezar el que está al lado
nuestro. Ello quiere decir que los guardias tuvieron “trabajo” de sobra y que,
ya hartos de trabajar —no porque el resto de los coches hicieran caso—
abandonaban este sitio de “caza” para marchar a otro, en el que volvería a ocurrir
lo mismo.
Por todo ello yo he pensado que, como se hizo en tiempos con los
accidentes de tráfico sería una sana medida que la Policía Municipal, tras de
una “limpia” de este tipo, dejara un cartel en el que, más o menos dijera: “En
este lugar cayeron en el cepo tantos vehículos.” Porque, oiga, acaban de multar
a una veintena y, aun delante de las propias barbas de los guardias, siguen
aparcando mal… Y esto, amigos, es empecinamiento que bien merece la multa.
Diario HOY, 14 de agosto de 1981
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