Mi amigo José María, tras de cuyo coche, con el mío, he recorrido kilómetros
y kilómetros, tiene el defecto de conducir por la izquierda. Conste que no es
que José María sea inglés, ni como él dice para fardar, este vicio le haya
quedado de los muchos años que vivió en Londres, porque se da el caso de que
José María no ha visto Londres ni por el forro. Tampoco puede decirse que sea
una “secuela de tipo político”, porque José María es un “facha” de tomo y lomo,
que si se le echara eso en cara, era capaz de ir, de ahora en adelante, por la
cuneta de la derecha para que vieran su verdadera posición ideológica lo que
pudieran criticarle. Más bien se trata de una costumbre que comenzó sin darse
cuenta y que ahora ha formado un hábito del que no es capaz de desprenderse.
José María, pone en medio de las ruedas delanteras de su coche la raya que suele
dividir la carretera y comienza a hacer kilómetros como si ello fuera para él
el punto idóneo y seguro para lograr rendir viaje.
Recorriendo el vecino país de Portugal, donde como saben se conduce,
quizá por influencia inglesa, por la izquierda o por donde cae, tuvo varios
problemas que estuvieron rozando el accidente y entonces traté de hablar con él
seriamente sobre el asunto haciéndole ver que en la carretera es mejor que cada
vehículo vaya por su lado para evitar así el encontronazo en un posible cambio
de rasante… Pues bien, mi razonamiento fue demolido por otro español que
presenciaba la conversación y que sentenció:
— Es mucho mejor ir por la izquierda o por el centro de la carretera,
por que así, si uno te viene mal de frente, tienes más tiempo de darle paso por
un lado o por otro.
Ni que decir tiene que, después de las discusiones que en más de una
ocasión hemos tenido sobre esto, su criterio salió reforzado y ahora conduce más
por la izquierda que antes.
Si ustedes quieren, el asunto es nimio, pero igual que José María hay
infinidad de conductores que por propia comodidad por hábito o por falta de
seguridad, no respeta el Código y pueden llegar a ser los provocadores de
accidentes cuando un coche, que viene por su lado y confiado, los ven aparecer
invadiendo su espacio en un cambio de rasante.
Todas estas razones, y otras de este tipo, me hacen aplaudir la subida
de las multas de tráfico. Ya veremos si José María, cuando les “casquen” 15.000
pesetas de multa, sigue pensando lo mismo.
Diario HOY, 13 de agosto de 1981
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