Estas catástrofes aéreas, como las dos casi seguidas, que acaban de
ocurrir en el aeropuerto de Barajas, nos afectan a todos, porque más o menos,
todos somos viajeros en potencia de las líneas aéreas y aunque estemos en una
provincia tan alejada de esos tráficos, quiérase o no, en muchas ocasiones —y
cada día más— hemos tenido que ser viajeros de estos métodos de transportes que
por tan seguros se tenían, al menos hasta ahora. Dicho esto, no es de extrañar
que sean los propios cacereños —como creemos serán el resto de los españoles—
los que se pregunten por qué suceden estas cosas y por qué Barajas, que hasta
hace poco se consideraba un aeropuerto de gran seguridad y pocos accidentes,
comienza a ser ahora un punto negro dentro del tráfico aéreo. El tema está en
la calle y es tema de conversación de todos, porque todos podríamos haber sido
los afectados en nuestras personas o en las de nuestros familiares y es lógico
que queramos saber el por qué suceden estas cosas y esperemos, aun en este
rincón de España, lo que los técnicos puedan decir al respecto. No se trata de
buscar un culpable, sino de buscar la seguridad que el ciudadano tiene derecho
a exigir y la información sobre la misma, a la que tiene el mismo derecho.
Precisamente, sin que una cosa tenga que ver con la otra —o a lo mejor
sí— nuestro periódico publicó un reportaje sobre el aeropuerto de Cáceres, el
VOR, por el que nos enteramos que este importante instrumento de ayuda ala navegación
aérea, que sirve la línea Madrid-Lisboa y que hasta hace poco tuvo siete
personas encargadas de su funcionamiento, por unos criterios económicos, había
reducido su personal a un solo encargado, que está en él muy poco tiempo,
aunque el instrumento tiene que funcionar las 24 horas del día, manejado
automáticamente desde Madrid. O sea que se le maneja desde más de 300
kilómetros de distancia, esperando que no surja un avería y no sé si encendiendo
una vela a Santa Rita, cada vez que el encargado acaba su jornada y lo tiene
que dejar funcionando solo.
Puede que una cosa y otra no tengan relación, pero con la seguridad no
pueden seguirse criterios económicos.
Diario HOY, 9 de diciembre de 1983
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