La verdad es que yo, y creo que todos los de mi generación y
posteriores, no tenemos ni idea de lo que eran los antiguos carnavales, en que
se lo pasaban en grande nuestros mayores, ni tenemos tampoco muy claro todo ese
calendario ritual que los regía, con nombres tan sonoros como: “domingo de piñata”, “lunes de agua”, “martes de carnaval”, “domingo
gordo”, etc., más de cuarenta años de prohibición de estas celebraciones y
la evolución de las normas sociales hacia otros puntos, dieron al traste —al
menos a nivel popular— con el tan recordado carnaval.
Digo esto porque a nivel municipal y con idea de resucitarlos, alguien
me ha preguntado detalles sobre ellos, que yo no he sabido darle más de una
forma global y por lo que he oído y leído de los referidos a nuestra ciudad
que, desde luego, debieron tener su importancia y trascendencia
Hay algo cierto, y es la relación que solían tener con las Candelas y
romería de San Blas, que se celebran hoy precisamente, y que de antiguo
marcaban el comienzo de los mismos en nuestra ciudad. En la romería comenzaba
el paseo de máscaras y trajes típicos,
con serpentinas y “papelinos” y de
allí se iba a los bailes de carnaval que se abrían aquella misma tarde en los
casinos, centros sociales, y algunos públicos organizados en Gran Teatro, o en las
escasas salas de espectáculos que había en aquel entonces.
Pienso yo, que las circunstancias de entonces y ahora son totalmente
distintas y que el arraigo que aquellos carnavales tenían era debido,
principalmente, a que durante todo el año en nuestra ciudad no había baile
ninguno, ni tampoco muchos centros de convivencia y diversión de la juventud de
ambos sexos. Hay que pensar en unas costumbres sociales en las que, ni los
novios podían hacer más que “pelar la
pava” en las rejas, o verse desde el balcón, o rondar la calle, provocaban
el que la llegada del carnaval era una especie de “levantar la veda” a esa convivencia entre ambos sexos —aún con la
vigilancia de las mamás o las carabinas— que en esa época hacían un poco “la vista gorda”.
Era una explosión de alegría, controlada en cierto modo, ya que
terminaba cuando terminaba el carnaval, para volver a la vida monótona de todo
el año.
Ahora todo esto tiene necesariamente que tener menor arraigo, porque
las costumbres sociales son totalmente distintas, hay mayor convivencia entre ambos
sexos, los bailes son diarios en las muchas salas de fiestas que existen y no
hace falta esperar el carnaval para “echar
una cana al aire”.
No digo que todo el año sea carnaval, como reza la frase hecha, pero
sí que hay algo de eso, y esto lo entiende cualquiera. El carnaval antiguo
traía la novedad de lo que no se disfrutaba durante el año, el actual no puede
ofrecer novedades que son ya habituales y diarias durante todo el año.
Diario HOY, 2 de febrero de 1984
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