(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
La Universidad de Extremadura propuso, hace unos años, hacer una
especie de homenaje de Cáceres a la Fuente de Concejo, por estimar que gracias
a ella, nuestra ciudad había llegado a ser lo que era. Se habló entonces de
reformar esta fuente para convertirla en un verdadero monumento al pasado, pero
el tema quedó después olvidado, como otras tantas cosas. Ello nos da pie para
decir que, aunque ahora no suframos estos agobios —a Dios gracias— la
preocupación secular de Cáceres fue siempre su abastecimiento de agua de la que
siempre —excepto ahora— andábamos más bien escasos.
Hay un detalle, que no sé si recordarán algunos viejos cacereños, que
es que el llamado “Movimiento”, que
aquí en Cáceres fue el día 19 de julio de 1936, nos cogió en un referéndum
sobre la conveniencia de acometer un nuevo abastecimiento de aguas que, como
llegó la guerra, no se hizo.
El problema de la falta de agua era muy antiguo. Sucintamente, diremos
que los árabes lo solucionaron con el aljibe que todavía se conserva; las casas
o palacios de aquel entonces tenían su propio pozo para abastecerse, aparte del
agua que se recogía de las fuentes próximas a la población. El encauzamiento de
la fuente que hoy conocemos por El Marco, se lo debemos a los Reyes Católicos
que, en 1501, lo decretaron. También es muy antigua la Fuente del Concejo y la
que se llamó Fuente Nueva o Pilares de San Francisco, que se reformaron en la
época de Felipe II. El primer ensayo serio de abastecimiento de aguas, se hizo
sobre la Fuente de Aguas Vivas, instalándose un depósito regulador en el Paseo
Alto, que daba agua a las fuentes públicas instaladas en la Concepción y en la
Concordia, pero que no pudieron abastecer a la parte alta de la población. Hubo
otros muchos proyectos fallidos, hasta que en 1899 se crea la Compañía de Aguas
de Cáceres, con abastecimiento desde las Minas, cuyo importe inicial de 625.000
pesetas se logró mediante emisión de acciones de 100 pesetas cada una.
De ella parte el actual abastecimiento que, municipalizado, tuvo
grandes reformas, como son las de la Presa del Guadiloba, inaugurada en 1963,
nuevos depósitos en la Montaña y estación depuradora.
Sería injusto olvidar la inquietud del farmacéutico don Joaquín
Castel, que a lo largo de su vida ideó infinidad de proyectos para abastecer de
aguas a Cáceres y que, aunque no se pusieron en marcha, le señalan como un
verdadero precursor de lo que después se ha hecho. Entonces se pensaba que era
un soñador, pero él, mucho tiempo antes de que se hicieran, tuvo la idea de
hacer presas en el Tajo, desde el Puente del Arzobispo hasta Alcántara para
fuerza motriz y aprovechamiento eléctrico. Todo eso está ahora hecho pero nadie
se acuerda del primero que tuvo esa idea, por lo que también sería oportuno
que, de montar un homenaje a la Fuente del Concejo como se pretende, de algún
modo quedara recuerdo de ese soñador a lo Julio Verne, que se llamó don Joaquín
Castel.
Diario HOY, 11 de febrero de 1984
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