martes, 17 de octubre de 2017

Recordando a Pedro Crespo


El que piense que la figura del alcalde del tipo de Pedro Crespo, aquel que retrató magníficamente nuestro Calderón de la Barca en su obra, tantas veces vista y recordada, de “El alcalde de Zalamea”, ha pasado a la historia está en un craso error y yo le hubiera remitido a la última sesión plenaria de la Diputación para que viera que el espíritu de Pedro Crespo sigue vivo —afortunadamente— entre nuestros alcaldes.
Ustedes recordarán que Pedro Crespo, ante el mismísimo Felipe II —que debería ser persona más dura que cualquier dirigente socialista de los de ahora— dijo aquello de: “Al rey, la hacienda y la vida se han de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios.”
Pues mismamente nos lo recordaba en ese pleno a que hago referencia el actual y magnífico alcalde que tiene hoy en día la ciudad de Plasencia, José Luis Mariño Roco, que molesto porque creía que la figura del alcalde se había hecho de menos, llegó a afirmar: “Por encima del alcalde, en su territorio, no reconozco más figura que la de Dios y la del Rey.”
Las motivaciones eran el que, una institución de la Diputación, la del “Brocense”, en un acto celebrado en Plasencia, la exposición de Saura, no le había invitado, aunque sí habían invitado a concejales socialistas de los que se dijo que llevaban la representación del Ayuntamiento. Protestaba de este olvido ante el presidente de la Diputación, señor Veiga, como protestó, igualmente fuerte, porque —según parece— por aquello de tener el carnet socialista, se había nombrado en Plasencia a una secretaria de la Escuela de Enfermeras, no funcionaria, posponiendo a un funcionario que —al parecer— ya estaba propuesto.
No vamos a entrar en más detalles, que son propios de la reseña del pleno, sino más bien a decir que Mariño, hombre pulcro en el hablar, exquisito en su trato con los compañeros de Corporación y con el propio presidente de ella, no es un hombre blando que admita el que se ignore la figura del cargo que representa, es más bien, una encarnación de ese Pedro Crespo, en el que deben mirarse muchos de nuestros alcaldes… Así de sencillo.
Diario HOY, 24 de noviembre de 1983

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