(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
A principios del pasado siglo Cáceres tuvo una afloración industrial
importante en el campo de la minería. No habrá que recordar que, por entonces,
comenzaron a explotarse las minas de fosforita de Cáceres y Logrosán, que han
durado hasta nuestros días, así como otras muchas, principalmente de plata, que
se explotaron por familias llegadas, en muchos casos del extranjero, cuyos
apellidos aquí quedaron. Es más, estas industrias llegaron a ser tan comunes en
Cáceres, que hasta hubo laboratorios de análisis de minerales y un periódico
que se ocupaba de dar noticias de estas explotaciones y su marcha. Todo este
balbuceo industrial minero se vino abajo cuando se dictó una ley por el Estado
en la que todos los minerales preciosos (oro y plata) pasaban a la
administración y no podían ser explotados por particulares.
No obstante, y esto es de lo que vamos a tratar hoy, muchos de los
apellidos de origen extranjero que ahora figuran en Cáceres vinieron por aquel
entonces, importados a nuestra ciudad principalmente por técnicos de minería de
origen francés que se establecieron aquí y que dieron origen a que otros
compatriotas suyos —con profesiones diversas— vinieran también a establecerse.
Entre ellos figura el apellido Petit, que lo trajo a Cáceres, don Germán Petit
y Dumenay, parisino que llegó a Cáceres en 1832 como negociante de lanas, socio
o empleado de don José García Carrasco, y que más tarde se dedicó a explotar
minas, entre ellas una muy importante, en el término de Plasenzuela, llamada La
Golondrina, de plomo argentífero, a la que debió sacarle una fortuna ya que, por
aquel entonces, se cantaba:
Quiéreme que soy minero
de las minas de Petit
y traigo mucho dinero
para regalarte a ti.
Este don Germán murió en París en 1870, durante el sitio de esta
capital por los alemanes, pero casó en Cáceres con una hija del conde de
Adanero, dejando descendencia que llevó este apellido y que se establecieron,
principalmente, en Arroyo de la Luz, dedicándose después a otros diversos
negocios en los que también les sonrió la fortuna. El nombre también ha quedado
en la geografía cacereña en sitios como “Las
charcas de Petit” o “El coto Petit“
y otros diversos.
Diario HOY, 22 de febrero de 1984
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