El tema trasciende de lo local, pero como al final nos afectará a
todos, creo que es razón que lo tratemos y nos vayamos haciendo a la idea. La
próxima guerra mundial va a ser un poco la “guerra
de las galaxias” que hemos visto más de una vez en el cine.
El presidente Reagan, de Norteamérica, acaba de decir algo de ello en
un discurso, en el que anuncia el establecimiento de una estación permanente en
el espacio en la que, se dice, habría hasta misiles. A nosotros, los ingenuos,
los hombres de a pie del resto de las naciones del mundo, que no son más que
peones en el tablero de ajedrez que juegan las dos grandes potencias del mundo,
nos tocará cargar con los trastos rotos, de lo que se nos venga encima desde el
espacio.
Hasta ahora, hemos estado pensando que la llamada “carrera del espacio” de los dos grandes
era algo limpio y asépticamente científico: satélites de comunicaciones,
satélites meteorológicos o pruebas para explorar el universo externo que nos
circunda, en las que la ciencia se impondría al deseo atávico de matarnos unos
a otros. Pero lo malo de lo científico es que una vez conocido, comienza a
dársele vueltas para ver cómo puede empleárselo en destruir a los otros. No era
esa una carrera limpia, sino que tenía la secuela de ver cómo desde el espacio
se podía dominar lo de abajo, lo otro era simplemente tapadera
Hay que reconocer que ésta ha sido la tónica de todos los inventos
históricos que comenzaron sólo por ciencia: la pólvora se inventó en China como
entretenimiento para los fuegos artificiales; el barco de vapor como un ensayo
para burlar el aire o el remo; el submarino como una conquista científica para
bajar a las profundidades; luego pólvora, barcos y submarinos se emplearon para
matarse entre unos y otros, y la conquista espacial no puede por menos que
seguir los mismos trámites.
Por ello pienso yo que toda esa discusión del desarme, de la no nuclearización,
de poner o no misiles en Europa, es más una cortina de humo de las grandes
potencias, porque si nos las van a poner en esas plataformas espaciales la seguridad
de los que estamos debajo se nos ha ido al garete, aunque usted esté en
Pescueza —pueblo tranquilo— o en Cáceres o Badajoz, no menos tranquilos que
Pescueza. Ya ven cómo el tema también puede afectarnos.
Diario HOY, 28 de enero de 1984
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