Yo creo que, de tradición, los días próximos a la Navidad los hemos
ido distribuyendo —sin darnos cuenta— a distintas ilusiones
La Nochebuena la hemos hecho la noche familiar por excelencia, la
noche de convivencia en el amor entre los miembros de la familia que entraña
hasta el regusto amargo del recuerdo a los que se fueron; en contraposición, la
Nochevieja es la noche volcada en la alegría compartida con los demás, menos
familiar pero más bullanguera; no suele saberse si la alegría está en función
de enterrar un año que pudo ser malo, y esperar otro mejor; el día 28 es el de
las bromas inocentes que deben tener precisamente el carácter de no ser bromas
sangrientas; el día 6 de enero es el de la ilusión de los niños, un poco
compartida con los padres o familiares, pero netamente infantil. Pero entre
todos estos días figura el 22, el día de hoy, al que yo llamaría: “el de los
castillos en el aire”. Este día de hoy es el del sorteo de la Lotería de
Navidad, que no siendo la más sustanciosa en cuanto a premios, es la lotería en
que por tradición, con participación grande o pequeña, jugamos todos y en la
que todos soñamos en salir de pobres. A poco que lo pensemos seriamente la cosa
no suele salir así, pero la ilusión de este día es general y cada cual traza
sus sueños —sus “castillos en el aire”— que
aunque no se cumplan tienen la gran virtud de involucrarnos a todos en ellos.
Es el día en que se sueña despierto y hasta estoy por asegurar que suelen soñar
en él hasta los que no llevan participación en la lotería, o llevan tan poca y
tan repartida que aunque les cayera el “gordo”
no les daría para nada. Pero como el soñar no cuenta dinero, este es el día de
los sueños no realizados, en los que todos echamos la imaginación a votar
diciendo aquello de: “pues si me cae el
“gordo” haría esto y lo otro”. A más de una persona que así le gusta soñar
conozco yo que, por junto, no llevan más de veinte duros en esta lotería, pero juegan
al juego de soñar que creo es la mayor virtud que tiene esta lotería navideña y
aun están pendientes del sorteo que se convierte en una participación
ilusionada y colectiva que ya es un “gordo”
anticipado que vivimos todos.
Diario HOY, 22 de diciembre de 1983
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