“Queridos míos —decía el amigo Belvedere, del que ya hace
tiempo que no hablo— cuando uno se da cuenta de lo solo que está en la vida es
cuando necesita de los amigos. En ese momento es cuando uno se entera que lo
que tienes son conocidos, pero no amigos y que eso de “echarte una mano”, de no
ser al cuello, es más un formulismo que una verdad. Y esto cuenta, en lo
personal, en lo nacional y en lo internacional, aunque nos cueste aprender la lección.”
Como ya he dicho más de una vez, Belvedere, es una especie de “listo” de la partida que monta su
cátedra en la tertulia del bar y emboba con su charla, en la que mezcla la
política local y nacional con su propia experiencia de la que al menos presume.
En esta ocasión el tema era la política internacional comentando los
últimos acontecimientos de ella, partiendo —como es lógico— de las noticias
últimas de los periódicos. “No es
cuestión de matices políticos, nos decía, y esto lo está aprendiendo nuestro
Gobierno socialista a marchas forzadas, por fiarse más en sus doctrinas, que en
las directrices históricas que han regido siempre a nuestros vecinos. Los
franceses no nos quieren, ni nos han querido nunca, por muy socialistas que se
diga. Ya en la guerra civil, el gobierno socialista francés se quedaba
limpiamente con el material de guerra que a la República se enviaba a través de
su territorio. Entonces era la “no intervención” y hoy protegen a los etarras y
encarcelan a policías españoles, nos ponen pegas de entrada en la CEE, hacen manifestaciones
en contra de los productos españoles o los destrozan, aunque sigan diciéndose
socialistas y amigos de los españoles. Ingenuos llamo yo —agregaba— a los que creían que a la muerte de Franco
entraríamos en el Mercado Común, nos darían Gibraltar y se arreglarían todos
nuestros problemas internacionales. Franco pasó ese calvario, como ahora lo
pasa don Felpe y lo pasará el que le sustituya, no nos engañemos. Nuestro peso
específico en el mundo es el que nos dará amigos y no las doctrinas. El que lo
dude, finalizó, que piense en los resultados de la “cumbre” portuguesa a la que
si le quitamos la demagogia, se ha quedado en un “montito” más que en una
cumbre, porque tampoco allí nos quieren…” Siguió, Belvedere, con sus
razones cuya conclusión fue ésta: “Nuestros
políticos lo que deberían es aprender historia, y dejarse de doctrinas”.
Diario HOY, 15 de noviembre de 1983
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.