“La Ciudad Monumental de Cáceres
es nuestro potencial campo de pozos de petróleo”, dijo en una ocasión, hace
ya muchos años, el ya fallecido periodista Dionisio Acedo. Entonces quizás esto
se entendía menos, porque aquí no había comenzado a llegar más que un
incipiente turismo histórico de intelectuales que, en cada ocasión, solían
atribuirse el “descubrimiento” de
todo este tesoro histórico-artístico, y hasta nos achacaban el que nosotros mismos,
los cacereños, no sabíamos lo que teníamos. Dionisio Acedo, con gran visión de
futuro, sí lo sabía y ahora el tiempo ha comenzado a darle la razón.
Digo esto porque me parece sumamente interesante todo el quehacer que
ahora lleva adelante nuestro alcalde, Juan Iglesias, que en unión de los
alcaldes de otras cuatro ciudades singulares como Santiago de Compostela,
Salamanca, Toledo y Granada, que quieren crear lo que se llamará la “Ruta de las Ciudades Monumentales” y
conseguir para ellas un turismo que nos falta y unas ayudas para la
conservación y puesta de sus respectivos conjuntos, que trasciende lo que
podríamos llamar la dedicación local. Estas cinco ciudades y su milagro de
conservación son un tesoro de todos los españoles y aun de toda la humanidad y
deben ser todos los que ayuden a conservarlas.
Pero el buen gobierno de conservación debe comenzar por uno mismo, lo
que quiere decir que bien está todo lo que se haga conjuntamente para la
conservación de las cinco ciudades monumentales, pero sin olvidar que tenemos
que comenzar dando ejemplo en lo que a la nuestra se refiere los propios
cacereños. Es una labor de mentalización en la que yo creo que nuestro pueblo
está de acuerdo, siendo muchas veces las propias autoridades las que se olvidan
de ella Esta labor comienza por las pequeñas cosas. Por ejemplo, de un tiempo a
esta parte, en nuestra Ciudad Monumental han comenzado a proliferar los cables
de tendidos eléctricos y telefónicos, cuando costó Dios y ayuda, y mucho
dinero, el enterrar los que ya había años atrás.
El consentir esto, y otros deterioros, creo yo que es una negligencia
de las actuales autoridades que no casa mucho con las gestiones que ahora
vienen realizando. Si hay que hacer un estatuto especial para esa zona, que se
haga, pero sin aguardar a que aquello se nos deteriore más de lo que ahora
está.
Diario HOY, 8 de febrero de 1984
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