Sin nostalgia ninguna, sino más bien con temor de que aquellos tiempos
vuelvan, pensaba ayer en aquellas campañas de la “cena de Navidad del necesitado”, de las que fue adalid y adelantada
en nuestra ciudad la veterana emisora Radio Cáceres que movía voluntades y hacía
lo indecible por allegar fondos para que, al menos en fechas tan señaladas, los
más menesterosos tuvieran algo de lo que carecían. Sucedió hasta los años
cuarenta o cincuenta, y se sabia ya que el ideal no era que los pobres cenaran
bien una sola vez al año, sino el que cenaran todas las noches, cosa que, con
bastantes sacrificios, se consiguió posteriormente. A partir de los años
sesenta, aquellas campañas fueron más bien simbólicas y sus fondos destinados a
construcciones de viviendas o de otras necesidades que hasta el presente hemos
venido padeciendo
Quizá lo más importante de aquello era la mentalización de ayuda al prójimo
y la oportunidad de hacerlo en esas fechas, porque la ocasión es una cosa que
debe tenerse muy en cuenta.
Las fechas elegidas para cualquier decisión constituyen una
circunstancia muy importante con la que no suele contar el bisoño, y una decisión
precipitada puede amargar esas fechas, cuando una buena “mano izquierda” (y no me refiero a la de algún político) lograrían
retrasar esa amargura.
Dicho esto, pienso que nuestra Administración de izquierdas —la que
ahora tenemos— no tiene precisamente “mano
izquierda” para muchas de sus decisiones, quizás por esa bisoñez de que
hablo
Ahora, al filo de la Navidad, y cuando las gentes necesitarían un
respiro para pensar en esas fiestas familiares, se nos sube todo: impuestos,
productos de consumo, etc., y lo que es peor, se “nos amenaza” con la subida de la ya de por sí cara gasolina
española. Puede que la gasolina tenga que subir, pero pienso yo que no puede
haber elegido peor momento para hacerlo, precisamente al filo de esas fiestas
en las que el ya esquilmado ciudadano, que por regla general tiene su humilde
coche, tendrá que hacer largos o cortos desplazamientos para estar con los
suyos. ¿Se trata de un modo de felicitación de la Administración socialista?
Pues de ser así, no puede llegar en peor momento.
Diario HOY, 1 de diciembre de 1983
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