La verdad es que el consejero de Turismo y Transportes de la Junta de Extremadura,
José Luis Torres, y el piloto y diputado provincial, Juan Rosco, eligieron mal
momento para decir a los medios informativos que venían hacia Cáceres, montados
en una avioneta, para tomar tierra en el inacabado aeródromo de la Cervera, con
el deseo de simbolizar —con este aterrizaje— la reanudación y actualización de
la obra para convertirla en una pista de aeroclub o campo de aviación de tercer
nivel.
Digo que eligieron mal momento, porque no se les ocurrió más que avisar de ello a los
medios informativos, precisamente el día 29, el de los Santos Inocentes, y,
claro es, no hubo nadie a presenciar el aterrizaje, porque todos pensaron que
se trataba de una inocentada ya que se daban todas las características de ella:
avisar ese día por teléfono, sin más detalles ni identificación de quién llamaba,
citar a los medios informativos a la una del mediodía, cuando más trabajo se
tiene, y estar esta pista a unos 20 kilómetros de Cáceres que habría que
recorrer en vehículo propio o en taxi… Como verán, el asunto estaba mal trazado
desde el principio y el que más y el que menos dijo: “¡Pues que vayan a recibirlos los Santos Inocentes!”, que a lo
mejor tampoco estuvieron.
Ayer, que ya no eran los Santos Inocentes, volvió a citarse
—posiblemente por nuevo aterrizaje— y también hubo abstenciones, porque como
todos los santos tienen octava, alguien pensó que podría ser la “tornaboda” de la broma del día anterior.
Pero no lo era, porque precisamente el presidente de la Diputación, Manuel
Veiga, nos habló de la certeza del asunto y el deseo de la Diputación de
continuar y rematar la obra del aeródromo de la Cervera, ya que se han
invertido en la explanación de esas pistas, adquisición de la finca y obra
hecha hasta ahora, un montón de millones que hay que aprovechar de algún modo,
lo que es preferible a abandonar aquello, tras de tan fuerte inversión, cosa
que nos parece de perlas, porque en Cáceres estamos acostumbrados a las obras
inacabadas, de las que podría ser ejemplo el ferrocarril de Logrosán Guadalupe.
Hay algo que hay que decir, ya que a la terminación de ese aeródromo
hay fuerte oposición por los intereses creados en los que se piensa que su
puesta en marcha pueda perjudicar a otros establecidos. El futuro va hacia los
campos de aviación, grandes y pequeños. Cualquiera que haya viajado por América
—por países menos desarrollados que el nuestro— habrá comprobado que cualquier
ciudad importante tiene su aeródromo, sin que ello reste protagonismo a otros
más importante. Además, en el caso de Cáceres esta es una necesidad, porque de
no seguir con la Cervera, se daría el caso peregrino de que el Cáceres de 1922,
tenía campo de aviación —cerrado ahora por estar en medio de la población— y el
Cáceres actual no lo tendría, lo que supone ir hacia atrás, como los cangrejos.
Diario HOY, 30 de diciembre de 1983
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