A mi, como consumidor —y consumidores somos todos— no me ha agradado
la amenaza que hacen los carniceros de Cáceres de hacer un plante en las
próximas fiestas de Navidad y negarse a vender cualquier tipo de carne durante
esas fiestas, en represalia de que el Ayuntamiento pueda instalar —como hará—
los puestos de regulación de venta de carne en los mercados de abastos.
A mí me parece muy bien que los carniceros, o cualquier otro
comerciante, ganen honradamente su vida, cargando el margen lícito que sobre
los productos que nos venden les permita la ley, lo que no me parece tan bien
es que cuando el Gobierno o la Administración intentan defender al consumidor y
a su bolsillo, ellos se reboten por lo que pueda suponer recorte en las
ganancias que también se contemplan en esos puestos de regulación en los que,
estamos seguros, también se ganarán un margen los que los lleven, porque no se
trata de que ellos expendan gratuitamente sus productos sin ganar nada, sino de
regular esa ganancia que la Administración —en algún caso, porque tendrá el
asunto estudiado— puede pensar que es abusiva.
Además, la amenaza me parece poco inteligente, porque se trata de una
ventaja que la Administración quiere dar a los consumidores, que en definitiva
son la propia clientela de estos industriales, a los que ellos se oponen, olvidando
que a esta clientela se lo deben todo. No es inteligente decir, poco más o
menos, “a esta clientela no se le hacen
beneficios ninguno, porque nosotros tenemos que seguir ordeñándola, sin que
nadie se meta en si nos pasamos o no en el ordeño”.
Entiéndase bien que no quiero decir, y supongo que la Administración
tampoco, que ellos sean el “Sastre del
Campillo” que cosía gratis y ponía el hilo, sino que se les permita el
margen lícito —que debe ser sagrado— pero sin abusar de ese margen, que es lo
que parece que ahora les molesta. ¿No habíamos quedado que el cliente tenía
siempre la razón y había que darle alguna ventaja?, pues esto es lo que entendemos
trata de hacer la Administración, sin perjudicar a estos industriales.
Diario HOY, 19 de diciembre de 1983
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