lunes, 16 de octubre de 2017

Un cambio de criterios


Al parecer, oficialmente, no hay nada de la conversión y entrega para museo del palacio de los Duques de Valencia, adquirido por la Diputación provincial, hace ya tiempo, para instalar allí, según se dijo entonces, un Museo de Artes y Costumbres Populares.
Lo que sí es cierto y está rematada es la adquisición del inmuebles, pero lo que todavía no está, al parecer, decidido es su destino.
En él se comenzaron obras para instalar en el mismo la Facultad de Veterinaria, pero la Universidad no vio en él sitio idóneo para ello, por lo que se eligió la antigua Granja Escuela como sitio provisional para dicha Facultad, que es donde ahora funciona.
Ello ha hecho que el palacio recién adquirido por la Diputación no tenga decidido destino idóneo, porque según tenemos entendido, la dedicación a Museo de Artes y Costumbres Populares llevaba implícita la adquisición a Pérez Enciso de una nueva colección de ropas y enseres populares por lo que pide y hablamos de oídas, algo así como sesenta millones de pesetas. La adquirida al mismo coleccionista, que hoy figura en el Museo de las Veletas —y seguimos hablando de oídas— importó algo así como unos siete millones de pesetas, hace años, y sólo parte de ella está expuesta en dicho museo, ya que estas colecciones se repiten en sus objetos de tal forma que, por ejemplo, camisas de Montehermoso puede haber treinta casi iguales, cuando para exposición con una y otra en almacén, sobraba. No queremos decir con ello que la operación —si es que está en marcha— no se realice, pero puede que el elevado precio haya hecho desistir a la Corporación actual del destino que le había asignado a este palacio la otra anterior En fin, que lo del Museo está en el aire, como están en el aire otras muchas cosas y las corporaciones aplican cada una sus criterios que varían, como varían los miembros de la misma. Nos parece bien el aplicar criterios administrativos, y quizá éste sea un caso que lo merece, pero en lo cultural no debe privar sólo este criterio, porque corremos el peligro de quedarnos sólo en la cultura callejera del oso y del pandero, cuando antes se alcanzaron cotas mucho más altas.
Diario HOY, 23 de noviembre de 1983

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