Vuelve a ponerse en moda algo que, yo creo, nos fue funesto en tiempos
atrás, que es catalogar de “derechas”
o de “izquierdas” todo lo que no debe
tener tal catalogación porque es bien común de toda la comunidad, valga la
redundancia.
Viene esto a cuento, porque me dicen que se intenta crear una
asociación de consumidores, de izquierdas, y pienso yo que los consumidores lo
son, sin más adjetivaciones y por el hecho de consumir, sin que sus ideas o
credos políticos tengan que ver nada con el propio hecho del consumo, pensando
que cualquier asociación de consumidores y usuarios se hace para defenderlos a
todos y no para discriminarlos, o exigirles el carné de algún partido político
—lo que ya sería el colmo—. En esto hay cierta “galleta mental” que no terminamos de aclarar, porque el sectarismo,
no puede llegar a aspectos tan comunes de la vida. Yo no sé si es que en esto
vamos a tener que seguir empleando el dicho de “España es diferente” y darle la razón a los que así piensan. Creo
que cuando un partido político llega al poder, su forma de gobernar tiene que
ser para todos, no para un sector sí, pero no para el otro, empleando como
frase arrojadiza lo de ser de “izquierdas”
o de “derechas”.
Recuerdo que cuando mi buen amigo Romano García llegó a la dirección
de la Institución Cultural “El Brocense”,
en su discurso de toma de posesión, tuvo una frase desacertada como era el
decir que la institución “haría una
cultura de izquierdas”. Tan desacertada fue que luego hubo de aclarar que
lo que pretendió decir era que la gestión, no la cultura, sería de izquierdas,
porque la cultura es cultura sin más, y para todos, sean de izquierdas o de
derechas, porque si no, deja de ser cultura minimizando sus fines a un sector y
abandonando otro.
Por otra parte, no me agrada el deseo de división en dos mitades que
se está poniendo de manifiesto en todo esto. ¿No habíamos quedado en que no
había dos Españas, sino una sola en la que se admitían los ideales de todos los
campos, porque eso era la democracia? Pues de no hacerlo así, estamos faltando
a lo prometido y a lo que va en uso en todos los países demócratas del mundo.
No puede haber cultura de derecha y de izquierdas, o medicina, o asociaciones
de consumidores, porque la idea de cultura, eficacia en el trabajo, o exigencia
de atención en el consumo, ha de pedirse o realizarse para todos, tengan o no
un determinado credo político. El no hacerlo así es embarullar al personal y,
como dice el pueblo, “mezclar las churras
con las merinas”, cuando todas pertenecen al rebaño.
Diario HOY, 27 de enero de 1984
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