Me complace la noticia de que Granadilla será reconstruido, porque
este pueblo, abandonado y muerto por la construcción del pantano “Gabriel y
Galán”, bien merece ser resucitado, aunque sólo sea porque, habiéndolo sido
todo, quedó en la nada en beneficio de los demás, llegando hasta perder su
verdadero nombre, que fue Granada, para convertirse en Granadilla, cuando la
Granada andaluza se convirtió en cristiana. La de Granadilla es una larga
historia de un pueblo venido a menos. En la antigüedad fue hasta capital de la
comunidad en que se integraban: Abadía, Ahigal, Aldeanueva del Camino,
Caminomorisco, Cerezo, Granja, Guijo de Granadilla, Mohedas, Nuñomoral, Pinofranqueado,
Rivera Oveja, Pesga, Santibáñez el Bajo, Zarza de Granadilla, Alberca y
Sotoserrano; estos dos últimos son hoy día pueblos de Salamanca.
Por ser, Granadilla fue arciprestazgo y cabeza de partido judicial que
componían: 4 villas, 22 lugares, 5 concejos compuestos por diferentes alquerías
y 6 despoblados.
Con la construcción del pantano “Gabriel
y Galán” quedó convertido en península y, abandonado pasó a propiedad de la
Confederación Hidrográfica del Tajo. Conserva sus murallas, que hoy lamen las
aguas, su viejo castillo y sus casas en ruinas, Atrás queda su vieja historia:
construido por los árabes en el siglo IX, fue conquistado, en 1170, por Fernando
II de León, cediéndolo su hijo, don Alfonso, a la Orden de Santiago, en 1191.
Tras la conquista de Granada, cambia de nombre y se e cede a los duques de Aba.
En 1962, cuando se construye la presa y surge el pantano, Granadilla prácticamente
muere.
Para resucitarlo, ya que era uno de los pueblos más bonitos de la
provincia, hubo varios intentos. Recuerdo el de una compañía hispano-alemana
que quiso hacer de él todo un gran hotel para alojamiento de millonarios que
vinieran allí a cazar o pescar, pero todo quedó en intento.
Hubo otros intentos también fallidos y ahora surge éste que, si no muy
concreto, al menos parece será el único que podrá llevarse adelante en estos
momentos. El empeño bien merece la pena, por la belleza y el entorno que, aun
en ruinas, conserva aún Granadilla a la que, ojalá, veamos resucitada.
Diario HOY, 9 de marzo de 1984
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