(Incluida en el libro
“Ventanas a la Ciudad”)
Hay apellidos extremeños realmente raros que se formaron o se
transformaron aquí, porque como ya he dicho en alguna ocasión, nuestra gente es
venida de aluvión, en mucha parte, y llegada a nuestra tierra principalmente
por las guerras.
En algunos casos quedaron aquí con el mismo extraño apellido que
tenían, como podrían ser los Petit o los Capdevielles, y en otras, por ser el
apellido de una difícil ortografía para el pueblo, quedó transformado y
castellanizado en el que es hoy.
Un caso de éstos es el del apellido Lucenqui, que existe o existió en
las dos provincias extremeñas y que parte de una transformación del apellido
polaco —o sajón, que esto no está del todo claro— “Luchensky”. Este apellido llegó a España con las guerras
napoleónicas, portado por algún oficial de aquellos ejércitos, que eligió
Badajoz para quedarse y formar allí familia. De esta familia descendía el
pintor y escultor don Antonio Luchensky que dejó obra y descendientes en
Badajoz, y que ortografiaba su apellido de la forma originaria.
Un hijo suyo, don Rafael Lucenqui, que ya escribía el apellido de
forma distinta, pasó a Cáceres. Este Rafael fue militar de profesión,
alcanzando el grado de capitán pero, llevado de la afición familiar, cambió el
sable por los pinceles y ocupó en Cáceres la plaza de profesor de dibujo del
Instituto en el año 1848. Se le conoció como un magnífico pintor del que
todavía existen buenas y apreciables obras, como el cuadro de “Nuestra Señora de la Paz” que aún figura
en los soportales de la Plaza Mayor cacereña, y ante el que se mantiene la tradición de poner velas, las
parturientas cacereñas, para que la Virgen las ayude en tan delicado trance.
Al parecer, dejó bastante obra en Cáceres pero está sin catalogar y
dispersa, aunque la traza y el colorido de ellas es francamente estimables.
Lo que no dejó este Lucenqui en Cáceres fue descendencia conocida, ya
que murió soltero en 1873. Por cierto, bajo el cuadro que mencionamos existe,
en el mismo soportal, el primitivo —y creemos que único— antiguo escudo de
Cáceres, en el que el león figura en la parte diestra y el castillo en la
izquierda, o sea, al revés de como se representa ahora.
Diario HOY, 30 de noviembre de 1983
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