sábado, 28 de octubre de 2017

¿Senado o concurso televisivo?


Se contó en tiempos un cuento que tenía su gracia, aunque en realidad se trataba de un simple chiste que puede tener ahora su aplicación en cuanto a la discusión de la LODE en el Senado.
El cuento se refería a que, cuando aquellos desmanes que ocurrieron en el Congo hace ya años, en los que fueron martirizados y atropellados muchos sacerdotes católicos, un representante de éstos viajó al Vaticano para dar un informe al Papa.
Como estas cosas llevan su protocolo, el amplio informe del cura congolés hubo de pasar por varias secretarías vaticanas, y en todas ellas se le decía: “Tienes que acortar y sinterizar más el informe”. El cura lo recortaba y lo volvía a presentar en otra Secretaría que le indicaba lo mismo, con lo que había que volver a matizarlo de nuevo y a sintetizarlo aún más. Total, y para no alargar, que cuando pasó todo el protocolo burocrático vaticano y fue recibido por el santo Padre, sólo le dejaron decir: “¡Papa, pupa!”.
Puede parecer irreverente el cuento, pero no pasa de ser un simple chiste que nos viene al pelo en el caso de la discusión de la LODE que se viene llevando a cabo en el Senado, donde se han presentado nada menos que 4.000 enmiendas. Se da el caso de que la discusión de esas enmiendas rebasaría el tiempo que se ha dado para poner en marcha la Ley Orgánica del Derecho a la Educación, con lo que —por aquello de que la cuerda se suele romper por el sitio más flojo— se ha hecho un reparto de tiempos de intervención que se cifra en cinco minutos por senador para las enmiendas particulares a la totalidad que haya presentado. Esta razón ha hecho decir al grupo popular que el reparto de tiempos para defender las enmiendas es un verdadero atropello y cualquiera que lo piense tendrá que darle la razón al grupo de oposición, porque en cinco minutos hay que tener un poder de síntesis enorme para decir algo sobre todo sabiendo que el reloj vuela y porque el Senado no deber ser una especie de concurso como el “Un, dos, tres” televisivo, en el que la campana excluye cualquier razonamiento, sino un lugar de razonado reposo y discusión. En fin, que lo más que van a poder decir los senadores que no estén de acuerdo con la Ley es algo así como: “LODE, mala”… y muy poco más, algo parecido al “Papa, pupa” de mi cuento.
Diario HOY, 24 de febrero de 1984

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