Nuestro alcalde actual es un hombre ponderado y de buenas palabras e
igual que él, por ese mimetismo lógico que adoptan las corporaciones con quien
las preside, lo es también nuestro Ayuntamiento actual que suscita los problemas,
les da muchas vueltas y finalmente acaba no metiéndoles el diente y dejándolo
todo para más adelante.
Como índice de esto, vamos a analizar algunos de los problemas
suscitados.
El problema de los lecheros, ¿se ha resuelto? No, pero se ha logrado “cabrear” al gremio y aun a algunos
consumidores que se solidarizan con ellos, a los que se les había dicho que se
buscarían soluciones que no acaban de encontrarse.
Otro problema a resolver, de los suscitados por el señor Vázquez, fue
el de sacar los establos de las vacas de la ciudad, asunto encomiable que
comenzó con el anterior Ayuntamiento pero que por lo que sea —porque un
polígono ganadero no se improvisa, porque no hay dinero, etc.— sigue sin
resolverse hace dos años o más.
Los proyectos presentados por el señor Machuca, otro concejal con
experiencia, siguen también todos en el aire: la patrulla de protección
ciudadana, la nueva circulación, la falta de aparcamientos, la policía de
barrios, etc., etc.
Veamos ahora el del mercado franco, que se traslada de lugar sin que
se diga de una forma clara para qué. También es una moción de Vázquez Navedo,
concejal drástico en sus decisiones, en la que ha tenido que mediar el alcalde
para darle cierta flexibilidad y un montón de buenas palaras a los que les
inquietaba el tema. Se toma la decisión de traslado a la avenida de Portugal
que no complace a aquellos vecinos; tampoco complace a los industriales de
Camino Llano; tampoco a los consumidores y amas de casa, que ven una maniobra
para suprimirlo; tampoco al comercio establecido, porque no se suprime; tampoco
a los vendedores del mercadillo… ¿Entonces, qué es lo que se gana en el
traslado, de no ser “cabrear” a todos
sin beneficio para nadie?, a no ser que sea lo de suprimir la placa de “fundador” que tiene el gobernador
anterior que allí lo puso.
Vamos ahora con la “amenaza”
a los bingos, salas de fiesta y otros lugares públicos a los que se dice que
como ninguno cumple el reglamento, o se adaptan o se cierra. Cabría preguntarse
porqué hubo negligencia anterior en concederlos o dejarlos abrir sin ellos.
Habrá conversaciones, idas y venidas, más declaraciones, etc., etc., y
posiblemente, ninguna solución más que la del “cabreo” general de este gremio.
Otro problema que preocupó mucho fue el de la sequía, pero ese lo
solucionó Dios enviando la lluvia.
Entonces cabe preguntarse ¿Qué es lo que soluciona el Ayuntamiento,
aparte de dar buenas palabras? ¿Es que no hay otros problemas que tengan
inmediata solución? Porque, oiga, para
reunirse a subir impuestos y darle hilo a la cometa, no se necesitan tantas
idas y venidas.
Diario HOY, 10 de enero de 1984
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