Como suele decirse, los socialistas están como “Pedro con la guitarra” con el poder. Es cosa lógica, porque en muy
raras ocasiones lo tuvieron, pero el mantenimiento del mismo puede llegar a
emborrachar y aun a no saber qué hacer con él, ni en qué medida utilizarlo.
Existe el dicho popular de: “cuando
los míos lleguen al poder, ya veremos”. Y los suyos llegaron, con el
tremendo peligro de que del uso puede pasarse al abuso y tirar por tierra el
slogan, tan utilizado en las elecciones de: “Socialismo, cien años de honestidad”, lo que es fácil mantener
cuando se está en la oposición, pero más difícil cuando se tienen en la mano
todos los hilos del mando, para hacer lo que a uno le venga en gana y la
tentación de utilizarlos sin medida, por la dictadura aplastante de los votos,
que es otra tentación para que nadie nos pida cuentas.
Ya en lo local y provincial salió aquello de exigir el carné, más o
menos veladamente para todo. El deseo del “colocar
primero a los nuestros” sin pensar
si al hacerlo se atropellan otros derechos. El último pleno de la
Diputación puso de manifiesto algunos de estos extremos: la acusación directa
del alcalde de Plasencia; la de hacer un reparto del “Plan adicional” pensando más en el color de los ayuntamientos a que
va, que en las necesidades de cada municipio y, como justificación —que esto es
lo peor—, cuando la oposición se lo echa en cara, responde: “también la corporación anterior lo hacía”,
tratando de justificar con una falta de honestidad anterior —si la hubo—, otra
falta de honestidad propia: el invitar a los actos de organismos públicos sólo
a las “autoridades de la cuerda”,
etc.
Los diez millones de votos que los llevaron al poder, pensaba uno que
eran para que gobernaran en bien de todos y no sólo en beneficio propio y de
unos cuantos con carné de antes o de ahora, porque también hay allegados de
última hora.
Diario HOY, 25 de noviembre de 1983
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.