Ese patriarca de las letras españolas que es don Ernesto Jiménez
Caballero, dijo cosas muy sabrosas en la televisión, en el espacio “Estudio abierto” de José María Íñigo.
Hablaba por él una experiencia de años y un conocimiento de la
historia que es muy digno de tenerse en cuenta. Porque la historia hay que
verla en su conjunto y no troceada, si queremos que nos sirva como “maestra de la vida” para la andadura
presente y futura.
Refiriéndonos a los pueblos en general, dijo algo así: “Nuestros enemigos suelen ser nuestros
vecinos, y nuestros amigos los vecinos de nuestros vecinos”, para sacar la
conclusión de lo mucho que a lo largo de la historia nos hemos entendido con
los germanos y lo poco que nos hemos entendido con los franceses. Puso hasta el
ejemplo de que cada vez que nos hemos “dado
el pico” con los franceses hemos salido perdiendo, como en aquel “pacto de familia” del siglo XVIII, en el
que los franceses —ayudados por los ingleses— nos esquilmaron los restos del
imperio español —que ya se nos venía abajo— pero en beneficio propio.
Ni que decir tiene que, en el fondo, habla una referencia a la llamada
“cumbre” de Rambouillet en la que los
franceses vuelven a hacernos “zalemas”,
que no sabemos qué precio nos van a costar, por aquello del dicho clásico de: “cuando más temo a los griegos, es cuando nos
hacen regalos”, cosa que habría que aplicar a ese cariño momentáneo hacia
el caso español que les ha surgido a Mitterrand y a los suyos.
Porque una cosa que nos tenemos que pensar muy en serio los españoles
es que, a lo largo de la historia, el “cariño”
francés siempre ha sido interesado, fueran nuestros gobiernos del color que
fueran. No habrá que recordar que ellos ayudaron a “bien morir” a la última República, cuando se enfrentaba a las
tropas arrolladoras de Franco, quedándose con todo el material bélico que desde
Rusia mandaban a través de su país al Gobierno “rojo”, del que sin embargo se decían amigos. Por lo que sea, no han
funcionado nunca los “pactos de familia”
con Francia y no es de esperar que funcionen ahora por muy buenas palabras que
haya habido en Rambouillet.
Esto es lo que vino a decir Jiménez Caballero, y creo es cosa que nos
interesa saber a todos.
Diario HOY, 17 de febrero de 1984
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