Cuando la locutora–presentadora de televisión dijo que aquel señor,
subdirector general de impuestos del Ministerio de Hacienda, se llamaba Drake y
Drake, yo creí que era pitorreo y que el
aludido iba a protestar por incluirle entre los piratas, corsarios y filibusteros,
por una broma extraña de la locutora. Pero el aludido se quedó tan fresco, por
lo que el asunto debía ser cierto.
Es más, mi amigo Juan que veía la televisión conmigo (y cuyo apellido
silencio, no vaya a habar represalias) exclamó: “¡Dios nos asista, si el subdirector se llama Drake, el director
general se llamará por lo menos Barbarroja!”
Pero lo de Drake era cierto y el señor, cuyo nombre de pila he
olvidado (porque desde luego no se llamaba sir Francis), siguió tan tranquilo dándonos
consejos a todos de cómo podríamos obtener la desgravación de nuestros
impuestos, las clases de ellos que hay, etcétera, ya que el espacio que comento
es el llamado “Encuentros en libertad”,
el del lunes pasado, día 14, referida a economía.
La verdad es que uno tiene la deformación de las viejas historia de
piratas que ha leído en su juventud y a muchos, como a mí, lo de Drake nos
suena al famoso pirata inglés, Francisco Drake, que nos robó tanto a los
españoles en nombre de Inglaterra, que su reina no tuvo más remedio que hacerle
“sir” en agradecimiento.
Dicho esto, y haciendo un esfuerzo de voluntad, uno acaba pensando que
habrá otros Drakes que no sean piratas, como el señor ese de la televisión,
pero la verdad —y sin ánimo de ofenderle— no parece que el apellido le vaya
mucho con el cargo (o a lo mejor sí, porque esto suele ser cuestión de
opiniones) aunque en casos de estos debería estar permitido variárselo, como
hizo el cardenal Siliceo, por no llamarse Guijarro, que era apellido que sonaba
más duro.
En definitiva, que a mí y a mi amigo Juan nos dieron el susto, y que
de lo que dijo el señor Drake —el televisivo— nos enteramos más bien poco,
porque la imaginación se nos fue por el legendario mundo de la piratería,
cuando el otro Drake, el inglés, andaba por los siete mares “poniendo las peras a cuarto” a los
españoles de aquel entonces.
Diario HOY, 16 de noviembre de 1983
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