Esto de las autonomías me lo imagino yo —quizás con una simpleza
ingenua— como algo similar a cuando un padre da la herencia anticipada a sus
hijos. Los hijos podrían ser las regiones que, en la marcha unida de la
familia, unos realizaron una carrera, otros se hicieron comerciantes, otros
emprendieron un negocio, todos ellos ayudados por esa unión familiar, quedando
otros a vivir en la casa, un poco como el hijo pródigo y sus hermanos.
Posiblemente los menos favorecidos son los que quedaron a vivir en casa.
A ras de ello, me viene a la mente aquello que se cuenta de que cuando
a un padre se le dijo: “¡Qué hijo más feo
tienes!”, él respondió: “¡Qué más da,
como lo quiero para el campo!”
En fin, que nosotros, como el hijo de aquel padre, fuimos los que nos “quedamos para el campo”, en solidaridad
de aupar a lo otros que encontraron antes un mayor favoritismo paterno.
Tengo entendido que, históricamente, la idea de autonomía o
federalismo comenzó con la primea República, en el siglo pasado, más orientada
hacia los restos de nuestro imperio colonial, como Cuba, Filipinas y algo más
que nos quedaba, porque aquel Gobierno veía que todo ello se nos iba de las
manos, y una forma de retenerlo podría ser aquélla. Pero aquello se entendió
mal, no llegó a lograrse, provocándose absurdos como el que Béjar se declarara
cantón independiente, quedando la idea principal en aguas de borrajas.
Ahora se lleva más camino recorrido, pero pienso que tampoco —yo al
menos— acabamos de entenderlo del todo, ni nos ha servido la lección histórica
para mucho. Creo que en ese reparto anticipado de la herencia debió haber unas
compensaciones a los menos favorecidos, para que todos pudiéramos marchar con
el mismo caudal inicial, cosa que pienso no se ha hecho, porque si de lo que se
trataba era de evitar el centralismo de Madrid a cambio de otro centralismo en
un punto de cada región, poco o nada hemos conseguido, al menos en nuestro caso
y el de otras autonomías pobres, que seguiremos siendo los hermanos menos
favorecidos de la familia. Espero que alguien pueda explicármelo.
Diario HOY, 1 de marzo de 1984
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