Tengo que felicitarme por haber visto a obra de Martínez Mediero
titulada “Juana del amor hermoso” que con Lola Herrera como protagonista se nos
ha ofrecido a los cacereños en Gran Teatro durante dos días, con enorme éxito
de público, sobre todo joven.
No es mi intención, porque no soy especialista en ello, hacer una
crítica de la obra, sino contar lo que disfruté viéndola y las muchas cosas que
me sugirió esta obra de un autor extremeño de cuya madurez, como extremeño que
también soy, me siento orgulloso. Ya saben que hay un sentimiento que se suele
llamar “vergüenza ajena”, que suele
sentirse cuando algo que hace alguien nos afecta negativamente. Pues bien,
también debe haber otro sentimiento contrario al que podríamos llamar “orgullo propio”, que fue el que yo sentí
viendo la obra de Mediero porque me complace que sea un autor extremeño el que
haya tenido el acierto de trazarla.
Pienso yo que hay que desmitificar nuestra historia y hacerla amena y
comprensible para las nuevas generaciones y para todos. Esto es lo que logra
Mediero tomando una parte tan conflictiva de nuestra historia como fue el final
del reinado de los Reyes Católicos, papel que jugó en él la figura de “Juana la Loca” y vicisitudes por las que
pasó España en un momento tan decisivo de la propia historia europea, como
aquél tras del cual —y siempre en lucha con Francia, nuestro natural oponente
en todo— nos alzamos con el gobierno del mundo, para bien o para mal.
Mediero rehabilita la figura de Juana de Castilla, pero lo hace de una
forma sutil, desenfadada y amena, aunque en el fondo del todo existe un
verdadero drama de estado por el que se sacrifica a esta mujer. La obra es
amenísima, matizada de humor en el que bulle un profundo conocimiento de la
historia pero haciéndola “digesta” al
espectador. La pincelada de los personajes, en muchos casos simbólica, está
hecha de mano maestra y a los cacereños
que gozamos del espectáculo nos quedó ese “orgullo
ajeno” del que hablo, por el que hay que felicitar a este autor extremeño y
felicitarnos nosotros mismos, que no es poco.
Diario HOY, 11 de marzo de 1984
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