Los pueblos son muy dados a olvidar las catástrofes o los hechos que
les han dejado mal sabor de boca. Pero esto da lugar a que se pierdan, por ese
olvido, datos que son muy preciosos para la historia posterior.
En Cáceres, por poner un ejemplo, hay un hecho inmediato casi en el
tiempo del que nos hemos olvidado, cual es el bombardeo aéreo que padeció
nuestra ciudad en la guerra civil, en el que murieron —de manera inmediata
casi— más de una treintena de cacereños, quedando algunos otros lisiados o
mutilados. Puede que la estrategia de la guerra no aconsejara entonces dar
cifras o detalles, pero el hecho es que aun los que vivieron aquello han
acabado olvidándolo.
Si esto es así para una cosa inmediata, ustedes nos dirán cómo se
pueden recabar datos de catástrofes que ocurrieron siglos atrás.
Es éste el caso de la ciudad de Coria que, teniendo puente y río, un buen
día el río se cansó de pasar por debajo del puente y tiró por otros derroteros
dejándolo seco. Este hecho debió ser una verdadera conmoción, porque el río no
volvió a tener puente hasta pasados tres siglos teniendo que pasarse por medio
de barcas. Pues bien, hoy día se desconocen las circunstancias ciertas de por qué
sucedió esto, la fecha exacta y los detalles de lo sucedido. Tal estupor y
asombro debió proporcionar a los corianos, que prefirieron olvidarse del tema,
que no se refleja, con detalles, en ningún documento posterior, o se refleja en
muy pocos.
La única referencia más precisa la leí en un trabajo del fallecido
investigador —coriano por más señas— Tomás Martín Gil, que dice encontró un
documento en la Biblioteca Pública, que supone perteneció al convento de San
Benito, de Alcántara, y en el que se dice que “en el año 1590, por una violenta avenida del río Alagón, se produjo una
rotura del cauce en el sitio conocido por “El Cachón”, por encima del puente,
cambiándose el curso del río y quedando sin agua la madre antigua, y en seco el
puente.”
Se refiere también a la serie de pleitos que todo ello produjo, por la
invasión de aguas en otras tierras, los esfuerzos por volver el río a su cauce,
todos infructuosos, quedando la ciudad aislada hasta principios de nuestro
siglo en que se realizó el puente de hierro, que aún existe, teniéndose que
pasar el río por barcas.
Al parecer, una de las cosas que contribuyó a que eso sucediera, era
lo sucio que tenían el cauce y la manía de llevarse —para otras construcciones—
las canterías y piedras que en algunos sitios lo encauzaban.
Pero con ser todo esto curioso, lo más curioso es que faltan
documentos detallados y abundantes de este fenómeno, que debió conmocionar a la
Coria de aquel entonces.
Diario HOY, 20 de enero de 1984
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