El que no se contenta es porque no quiere, y como nuestra gente es de
buen contentar, hemos de decir que ayer los cacereños en general —como creo que
el resto de los españoles— estaban contentos, con la marcha de la selección
española y ello sirvió para enjugar la escasa suerte que en el asunto de la
lotería de Navidad tuvimos en Cáceres.
A mi me agrada que la gente vea el lado bueno de las cosas. Ya conocen
el cuento del optimista y del pesimista que encontraron una botella de vino a
medias y mientras el pesimista decía: “¡Vaya,
hombre, qué mala suerte, una botella medio vacía!”, el otro se alegraba
diciendo: “¡Qué suerte, una botella casi
llena!” Nuestra gente es de estos últimos y supieron encajar todos la
pésima suerte que tuvimos en la lotería conformándose de diversas maneras.
Lo curioso es que esta alegría general vino a enjugar la falta de
suerte de la lotería y ella fue la comidilla del día, hasta el punto de que
alguno de los consultados nos decía: “Para
mí, este año de tantas catástrofes —porque ha sido malo el 1983— ha tenido dos noticias positivas en Cáceres:
una la terminación de la sequía, y otra el triunfo de la selección española que
creo no nos perdimos ningún cacereño.”
Pensaba yo, escuchándole, que la primera desde luego había sido una
buena noticia local, pero la otra tenía más carácter nacional, aunque bien
pensado, Cáceres está dentro de la nación, y también los cacereños disfrutamos
del espectáculo, casi hasta el borde del infarto.
Tan esto es así que los vecinos del piso de arriba de mi casa me
tuvieron con el alma en vilo, porque cada vez que se producía un gol, se ponían
a dar saltos, y yo, dentro de la alegría, temía que el techo se me viniera
encima, por lo que, en vez de enfadarme, me subí con ellos, a partir del quinto
gol, y me uní a sus saltos y alegrías, porque compartidas las alegrías parecen
más grandes.
Diario HOY, 23 de diciembre de 1983
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.