Por estas cosas raras del correo celestial de los Reyes Magos, resulta
que nos llegó a las manos la carta a sus majestades que les envía un niño cacereño,
pidiendo “reyes” para nuestros
ediles.
Como quiera que la carta entraña cierta ingenuidad digna de conocerse,
se la vamos a presentar a ustedes, tal y como viene, dice así:
“Queridos Reyes Magos, Melchor,
Gaspar y Baltasar:
Soy un niño cacereño que os pido
unos regalos para nuestros concejales, que bien que se los merecen, aunque mi
papá esté muy enfadado con ellos por subirle los impuestos, razón por la cual
no he querido enseñarle la carta. Reitero la mía, que ya os envié, y hago este
pedido para los miembros que conozco más de nuestra Corporación. A los que no conozco
traerles también algo, para que no sientan envidia:
Al alcalde un helicóptero, para
que pueda ir y venir a Madrid más deprisa; a don Marcelino —que tiene un
apellido muy raro— el “libro gordo de Petete”, para que siga en su mundo
intelectual; a don José Luis Machuca, un radar, para que el sonómetro que le
enviasteis no esté tan solo; a don Miguel Ángel Rubio, un juego de
arquitectura, con apisonadora incluida; a don Emilio Vázquez, un repeso; a don
Manuel Veiga, una pipa mora, para que deje la cachimba; a don Alfonso Ambrosio,
un látigo de siete colas, para que enderece al personal; a don Juan Manuel
García Agúndez, un celemín, para medir los impuestos; a don Agustín García, un
puro; a don Teodoro Casado, un cronómetro, para los juegos escolares; a don José
María Saponi y don José Blanco, una plaza de toros y un traje de luces; a don
Claudio Gómez, un zacho; a don Antonio Buenadicha, las poesías completas de
Gabriel y Galán; a don Antonio Hurtado, un micrófono con la explicación de su
manejo, y a don Juan Bazaga, la carta de libertad, por eso de ser tan
independiente,
Yo creo que todos han sido
buenos, dentro de lo que cabe. Un abrazo de Luisito.”
Hasta aquí la carta, pero me temo yo que como los reyes van a ser tres
concejales, acabarán tirándola al cesto.
Diario HOY, 5 de enero de 1984
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