Yo no querría recoger hoy, precisamente día 24 el de la Nochebuena,
algo que pudiera sonar a crítica amarga, porque creo que estas son fechas para
dulcificar cualquier clase de crítica con ese espíritu navideño —y cristiano,
¿por qué no decirlo?— que debe presidir la convivencia a todos los niveles en
este hermoso tiempo de Navidad. Pero la verdad debe estar por encima de todo y
la opinión del pueblo, de la calle, también; porque el no recogerla es escamotear
la verdad precisamente en algo callejero y público como es la preparación de ambientes
de esta fecha que ha corrido a cargo de nuestro Ayuntamiento.
En esto, todo ha salido mal, y en nuestras calles se nos ha preparado
una Navidad tan raquítica y pueblerina, como hacía muchos años que no la
teníamos: las luces extraordinarias que debieron estar encendidas el día 22, no
estaban ni puestas; los pocos tramos puestos, sobre todo los de las
iluminaciones de algunos árboles de los paseos, estaban puestos sin ningún arte
y como soltando encima de estos arbustos una sarta de bombillas cayeran como
cayeran; el “belén” municipal es un
montón de serrín, con unas figuras puestas encima, también como quiera. Todo
esto lo nota la gente y lo comenta y podemos decir que ningún Ayuntamiento hizo
peor las cosas, aunque todo tiene justificación en esta vida y esto también
puede tenerla.
Yo, en el deseo de “echar un
capote” a los organizadores —que habrán aprendido para otras ocasiones— diré
que quizás esto sea lo que menos importa. Pienso que Jesús eligió nacer en un
pobre portal, sin iluminación, sonorización y sin vanidades externas, porque no
importa tanto el exterior como el interior de cada uno. La Navidad y su espíritu,
lo tenemos que vivir todos por dentro siendo mejores con los que nos rodean,
perdonando a los que nos ofenden, tendiendo la mano a los enemigos —porque tendérsela
a los amigos es lo fácil—, compartiendo con los otros lo poco o mucho que
tengamos, escuchando a los que nos hablan y todo ello sin esperar nada a cambio. Esto seguro que si logramos realizar todo
esto, las luces extraordinarias y la sonorización se nos encenderán en los
entresijos del alma, que es lo que importa.
Diario HOY, 24 de diciembre de 1983
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