Hay gentes que son de buen conformar, o de un optimismo suicida,
porque también puede uno suicidarse con el optimismo, aunque pienso yo que esta
debe ser una muerte más alegre.
El buen conformar radica en que, siendo pobre, uno se conforme
diciendo: “Al menos me ahorro las
inquietudes de los ricos de defender y custodiar su dinero, yo no tengo esos
problemas”, aunque tenga otros como pueden ser los de supervivencia, porque
el hombre está plagado de problemas desde que llega a la vida y si no los
tiene, se los crea.
Viene esto a cuento de que, dentro de la problemática nacional y
local, en la que parece se enredan cada día más las cosas, hay personas que
siguen con su optimismo. Se hablaba de las protestas por el nuevo subsidio de
desempleo en el campo, las movilizaciones, paros, cortes de carreteras,
encierros y aun de la posible ocupación de fincas como una protesta más de todo
ese marco que afecta a Extremadura y a nuestra propia provincia; pues bien, mi
amigo Juan —que es un optimista de los que hablo al principio— se empeñaba en
seguir viendo el lado positivo de las cosas y decía: “Y todavía, nos podemos dar con un canto en los dientes, porque aquí
vivimos como reyes Por no ir más lejos —agregaba— como nuestra provincia no es costera, aquí no nos afecta el amarre de
la flota pesquera, que es un problemazo para otras provincias; como no tenemos
industrias que reconvertir y reestructurar, ni altos hornos, aquí no puede
haber protestas en ese sentido y son problemas que desconocemos; como no
tenemos aeródromos, aquí no puede haber nunca catástrofes como las de Barajas;
como estamos lejos del norte, aquí no vivimos el terrorismo, en fin que creo yo,
terminaba, que podemos dar muchas gracias
por no tener ninguna de esas cosas que nos crearían preocupaciones.”
Como ven, todavía hay gentes optimistas, aunque el optimismo pueda ser
suicida.
Diario HOY, 13 de enero de 1984
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