De los dos arcos de muralla que faltan en Cáceres, el de la Puerta de
Mérida y el del Socorro, hay poco conocimiento de cómo fueron y hasta la
curiosidad de suponer si serían similares al actual de la puerta del Cristo, de
origen romano. Pero hay otra curiosidad alrededor de ellos y es que del que se
tiró últimamente, el de la Puerta del Socorro, hay pocos datos sobre la
motivación que motivó a destruirlo
Cuando se tiró el entorno de esa parte de la muralla para hacer el
parador de turismo de Moctezuma, que luego no se hizo, al arquitecto
proyectista del mismo, Juan Palazuelo, le surgió la curiosidad de cómo sería
dicho arco, ya que en mente tenía el volver a reconstruirlo, pero no había
forma de encontrar datos ciertos ni aun de la época en que dicho arco del
Socorro había sido demolido. Se recordaba que en el encalado de una casa
próxima —que también se había derribado— alguno de los albañiles dejó grabado
sobre la cal, posiblemente con la punta de un clavo, lo siguiente: “el arco se tiró en 1879”, pero
posiblemente, un baile de cifras complicó más las cosas y costó lo suyo
encontrar documentación en el
Ayuntamiento, que al fin la consiguió el archivero municipal.
En síntesis, el documento encontrado indica que el expediente de
demolición se inició a petición del abogado don Joaquín Muñoz Chaves, vecino de
las inmediaciones del arco y hermano de Juan Muñoz Chaves —el de la estatua que
figura en Cánovas—. Se basaba el expediente en el poco valor del arco y en que
su pesada arquitectura era un obstáculo para el ensanche de la población por
aquel lugar. La petición era sibilina, ya que el solicitante se comprometía a
hacer la obra por su cuenta y colocar en una hornacina próxima “la santa efigie que estaba sobre el arco”,
siempre que le dieran a él los materiales de derribo.
Tirado el arco, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando pidió
explicaciones del desaguisado, que se le dieron de mala manera.
Los materiales y sillería del arco pasaron a formar parte de una casa
y camino de una finca particular perteneciente al solicitante del derribo, que,
al parecer, era el objetivo que se perseguía, o al menos, uno de ellos…
En fin, así es la historia.
Diario HOY, 4 de febrero de 1984
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