
Ello ha dado lugar a que las propias músicas se promocionen, las
canciones —si son extranjeras— se traduzcan y el pueblo escuche todas las
emisiones en su propio idioma y los compositores nacionales no se sientan
discriminados sobre los que entran de importación. Esto ocurre en muchos países
y no sólo hispanoamericanos; en el caso de Méjico, el asunto era exagerado (no
sé si lo será ahora) porque la propia música de zarzuela se contabilizaba como
extranjera.
Yo creo que los españoles en general tenemos una visión más amplia y
universal de este asunto y las canciones hispanas para mí son tan nuestras como
las de la península. En Cáceres, donde existen un montón de emisoras de radio,
los programadores suelen mantener un cierto equilibrio y se escuchan canciones
españolas o en español, aunque estas emisoras tienen numerosos espacios en
conexión nacional surge entonces el desequilibrio de que hablamos y los ritmos
extraños y las canciones en idioma extraño están a la orden del día también en
nuestras propias emisoras. No digo yo que esté siempre cantando Lola Flores o
Julio Iglesias, pero que no parezcan las nuestras emisoras norteamericanas a
las que sólo identificamos como nuestras cuando dan el “emite”.
Diario HOY, 5 de noviembre de 1985