Desde luego, ahora más que nunca, queremos mucho a los perros. La
proliferación de canes en la ciudad es fabulosa y hemos de confesarnos amantes
de los mismos. He dicho que queremos más a los perros y a lo mejor la frase no
es cierta, ya que posiblemente lo que nos pasa es que cada día más, los
hombres, aislados unos de otros y faltos de comunicación, necesitamos de
alguien que nos mueva el rabo, como hacen estos dóciles y sufridos animales a
cambio de muy poca cosa. El perro es un ser cariñoso que no se para a pensar
—si es que piensa, que yo creo que sí— si su dueño merece el cariño que en él
ha depositado, porque si se parara a pensarlo posiblemente le mandara al
cuerno.
Toda esta perorata viene a cuento de que muchos dueños de perro no se
ocupan de ellos para nada. El perro fue una ilusión momentánea y luego ha
comenzado a ser “una lata” a la que
hay que vacunar con regularidad, llevarlo al veterinario —porque sufre
enfermedades— sacarle a pasear para que haga sus necesidades regularmente,
ensuciando las calles y siendo uno responsable de ello —aunque esto lo
pasaremos por alto— y creando una serie de problemas de los que crea cualquier
ser vivo.
Posiblemente, entre los que mejor cuidan a los perros figuran los cazadores,
porque el perro es el mejor compañero de caza, el que mejor te auxilia, el que
no discute contigo y el que, por un descuido, muchas veces, recibe un tiro sin
chistar ni llevarte al juzgado. Ya pasaron los tiempos de aquel cazador típico
cacereño, “El Tío Toro”, que decía
que a sus perros él “los vestía y los
calzaba, porque la comida se la buscan ellos”, o debieron pasar estos
tiempos que parece que no han pasado del todo, cuando se dan casos de muchos
perros abandonados, tras de haber sido juguetes una temporada, que terminan en
el “Lacero”, lo que para el perro es
como para las personas terminar en la silla eléctrica Hace unos días, uno de
estos perros fue atropellado por un vehículo y pudo provocar un accidente.
En fin, que el perro no es un juguete inanimado que podemos tirar a la
basura cuando nos hartamos, sino un ser vivo, por lo que esos papás que compran
un cachorrito como juguete —que aquí son muchos— deberían pensárselo antes de
hacerlo, porque los problemas vienen después y los compartimos todos.
Diario HOY, 1 de septiembre de 1985
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