Se nos fue la feria de San Miguel, casi como nació, sin pena ni
gloria. Ayer lunes, casi a toda prisa, se habían desmontado las casetas de la
muestra de artesanía, y las iluminaciones extraordinarias formaban montón en el
suelo y se quitaron a toda prisa, como para borrar todo el vestigio de feria
que duró hasta el domingo y que parece ser es la despedida a muchas cosas: a
que se hagan dos ferias, o a que se emplee de nuevo el “real” que hasta ahora se ha empleado.
Pienso yo que Agustín García no ha querido montar esta feria última de
septiembre como la feria de despedida, por aquello de que las despedidas son
siempre desagradables y tristes, pero en su fuero interno se pensaba que ésta
sería la última feria de San Miguel que él organizara.
Agustín tiene tragado el que dos ferias son muchas ferias, y
posiblemente tiene razón, aunque no sepamos qué pasará con la próxima, si nos
quedaremos con la de mayo únicamente, o si mediante referéndum (como lo de la
OTAN), se elegirá otra fecha para la feria única que quede. Pero hay otro
problema que está en el aire y para el que tanto Miguel Ángel Rubio, cuando fue
alcalde accidental, como Agustín, están más preocupados que el propio alcalde
titular, cual es el buscarle sitio nuevo al “real”, si es que entra en obras el polígono de “Los Fratres” donde ahora se realiza.
Nuestra feria siempre ha estado de prestado con esto de los parques de
atracciones. Las ha habido en la Plaza Mayor, en la de San Juan en la Avenida
de la Montaña, en el solar de lo que después fue el INP, en el Rodeo y un
montón de sitios más, por lo que no nos extrañaría que continuara peregrinando,
pero el deseo de un parque fijo de atracciones es lógico, aunque aquí no lo
hayamos tenido nunca.
Y como punto final diremos: “La
feria ha muerto: viva la feria”.
Diario HOY, 1 de octubre de 1985
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