Uno recuerda con cierta nostalgia aquellas antiguas campañas, de no
hace tanto, en las que el “slogan” era, más o menos, “Sonría, por favor; ¿por qué ha de decir las cosas enfadado?; hágale la
vida más grata a sus semejantes”, etc., etc. Pues bien, de aquellas
campañas, que deberían tener su eficacia —yo no lo sé— nunca más se supo. Ahora,
de un tiempo a esta parte, los españoles en general vamos por la vida amargados
y con cara de palo, con el mal humor a flor de piel y dispuestos a contestar
mal o responder de mala manera a quien nos interrogue.
Pruebas de lo que decimos, llevadas ya al último extremo, pueden ser
la del individuo que ha pegado un tiro a otro por un pisotón, o la del
ciudadano que en Madrid ha muerto a cuenta de los golpes recibidos de otro
ciudadano al que, sin querer, había pisado en un paso de peatones.
No digo yo que aquí lleguemos a esos extremos, pero estamos muy próximos
a ellos y uno se pregunta: ¿Qué nos ha pasado a los españoles para cambiar en
tan poco tiempo?.
Uno, para bien o para mal, tiene la manía de salir de España a visitar
otros sitios y puedo afirmar que a la vuelta extraña lo agresivo que se han
vuelto los españoles para todo. Tenemos los nervios a flor de piel y estamos
siempre con un “cabreo” que no puede
ser bueno ni para el hígado, ni para las enfermedades cardiovasculares. Ahora
el español, que antes presumía de hombre franco y abierto, presume de “malauva” y hombre agresivo. Hay quien
dice que son connotaciones que ha traído la izquierda, pero yo no paso a
creerlo porque también se puede ser de izquierdas, sonreír y ser amable. Para
mí se trata de que solo nos mentalizan con la violencia, por lo que no estaría de
más volver a las viejas campañas de la sonrisa. Las caras de palo, convénzanse,
no acaban arreglando las cosas.
Diario HOY, 13 de octubre de 1985
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.