No me percaté yo de la cara de europeo que tiene Marcelino
Cardalliaguet, el primer teniente de alcalde de Cáceres, cuando en el trazado
de los programas de la pasada feria de mayo, en una entrevista, me decía que le
parecía muy lógico que se hubieran suprimido las peleas de gallos de dichas
ferias y que, si en su mano estuviera, suprimiría hasta las corridas de toros.
Yo tomé aquello por una rareza particular de Marcelino que, como ha estado
entre libros toda la vida, ni ha visto ni verá una pelea de gallos o una corrida
de toros, pero no lo relacioné con su europeísmo hasta que, ayer mismo, leo
unas declaraciones del diputado británico conservador Richard Cottrell, en las
que dice que “tarde o temprano el
parlamento europeo, tendrá que prohibir las corridas de toros en España y
Portugal, si queremos ser buenos miembros de la CEE”, calificando las
corridas como “torturas medievales a un toro
desgraciado” que violan el reglamento de la Comunidad. Yo no sabía lo que
se nos venía encima por esto de entrar en Europa, y me sigo enterando por mi
compañero Gaspar García Moreno, que para nuestra agricultura y nuestros “patas negras” (cerdos, con perdón),
tampoco nos viene muy bien la entrada; leo por ahí que eso del “chatear” al estilo tradicional español
se acaba con la CEE, que el IVA es un nuevo “coco” peor que el señor Boyer (que Dios guarde, lo más lejos
posible) en fin, que me siento engañado, porque a mí me habían hablado de paraíso
y no de estas cosas de las que comienzan a hablarme, tras de firmar.
Esto sí que merecía un referéndum y lo de la OTAN, pero después de
explicotearnos las cosas, porque si resulta que los únicos espectáculos sangrientos
que se permiten son los de los “forofos”
del fútbol inglés, no se puede tapear, ni andar de “chatos” y el IVA es un invento más nefasto que los de Boyer, a mi
que me saquen.
Diario HOY, 15 de junio de 1985
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