En esta profesión nuestra la falta de espacio es casi siempre
agobiante y ello es motivo muchas veces de que algún trabajo se vea mutilado,
ya que de la publicidad es de lo que viven los periódicos —y que no falte—.
Esto, a modo de justificación, viene al caso porque en alguna ocasión algo
queda “cojo” y su titular interior —al
que nosotros llamamos “ladillo”— no
se corresponde con el texto que sigue a continuación porque esa imperiosa
necesidad de que hablamos al principio ha dado lugar a un corte. Esto es lo que
pasó con el trabajo publicado el día 21, titulado “Gruista, una profesión arriesgada”, donde al final de él, tras del
ladillo “El barco del presidente”, se
habla de la botadura de un yate por este “gruista”
al que entrevistábamos, pero el lector se queda con la curiosidad de por qué se
ha titulado aquello: “El barco del
presidente.” Como la cosa no tiene mayor importancia y como uno no va a ir
uno por uno contestando esa pregunta, he preferido aclararlo en esta sección y
agregar algún dato más de los que me daba el entrevistado Héctor Madrigal sobre
de qué presidente es ese barco y el porqué recibe ese nombre popular, historia
que creo es sumamente curiosa.
Ese pequeño yate de 10.000 kilos es propiedad del presidente de
Hidroeléctrica Española don José María de Oriol, que lo tenía en Cartagena y
que a cuenta de un accidente ocurrido a un allegado familiar, al que, según
dicen, una de las hélices le produjo la muerte, se le “condenó” a navegar por las aguas del pantano de Alcántara, donde
está ahora y donde Héctor Madrigal y sus grúas lo extraen del agua para
diversas reparaciones. En este yate viajó también el presidente Felipe González
en su reciente visita al pantano. Por tanto el nombre puede venir del
propietario o del viajero o de ambos a la vez.
Diario HOY, 23 de julio de 1985
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