Como hoy voy hablar de la poca
seriedad de algunos organismos, que deberían ser más serios, la gente puede
echarme en cara que hace unos días hablaba de que se ríe poco y había que
endulzar con humor muchas cosas de esta vida que nos ha tocado vivir. Son cosas
distintas totalmente, una cosa es echar humor a la vida y otra muy distinta es
no cumplir con seriedad los compromisos públicos que uno adquiere.
Resulta que con motivo de un anunciado corte de agua en el suministro
a la población, anunciado con días de antelación —como debe ser— cuando todo el
vecindario estaba involucrado en recoger agua en diversos recipientes y hasta
ordenar su vida para que el corte les afectara lo menos posible, llega el
servicio (o el Ayuntamiento, que es lo mismo) y dice que no corta el agua y que
la corta mañana; de ese “mañana” unos
se enteraron y otros no, porque no se dio el suficiente tiempo a los medios
informativos de volver anunciarlo y
porque nos puede estar diciendo: hoy no corto, aunque lo anuncié, pero mañana
sí. En fin, que los despistes han sido grandes, el agua no ha llegado a los
pisos altos de muchos sectores, donde muchos vecinos pensaron que el corte se
había hecho ya, y se quedaron sin poder utilizar ese líquido esencial, y más en
verano, porque ellos no sabían que el corte llegaba como la Renfe, con retraso.
Ni que decir tiene que infinidad de vecinos han llamado al
Ayuntamiento, o al servicio, para protestar y decir que esto no es así y alguno
nos ha dicho: “Que esto pasara en la
dictadura era explicable, pero que pase en la democracia y que corten cuando
les sale de las narices y sin avisar a nadie, es intolerable”. Lo es, sí
señor, porque además en la dictadura —que podían teóricamente cortar cuando
quisieran— solían avisar más seriamente al vecindario.
Diario
HOY, 28 de junio de 1985
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