Almaraz, pueblo cacereño que ahora es famoso por la central nuclear,
lo era ya anteriormente por el puente sobre el Tajo, que lleva su nombre,
aunque ni en una ni en otro puso nada Almaraz como vamos a ver en lo referido
al puente, del que daremos una serie de curiosidades.
Este puente se llamó en principio de Albalat, ya que estaba
comprendido en el territorio conocido como “Campana
de Albalat” y fuera del término de Almaraz, nombre este último que se le
dio al ser destruido Albalat y ser Almaraz la población más próxima a él.
El puente se hizo en el reinado de Carlos V y fue costeado por la
ciudad de Plasencia, dirigiendo las obras Pedro Urías, casi un desconocido por
aquel entonces. Uno de sus arcos fue destruido en la Guerra de la Independencia
y estuvo muchos años sin repararse, teniendo que cruzarse el río por las
barcas. Finalmente, dos extremeños, don Joaquín Rodríguez Leal y don Gonzalo
María de Ulloa (conde de Adanero), hicieron la reparación del puente a sus
expensas, resarciéndose de lo invertido con la concesión del portazgo durante
cuarenta años. Pero tampoco fue fácil la reparación, ya que surgieron los
inconvenientes de no encontrar un ingeniero que la dirigiera ni dentro ni fuera
de España, ya que se hicieron gestiones que resultaron infructuosas en
Inglaterra y Francia. Así las cosas, se prestó a dirigir estas obras un fraile
exclaustrado, Manuel Ibáñez (jesuita), que logró rematarlas y quedar el puente
tal como está ahora, en 1845.
Quizás por eso de haber sido fraile el director de la obra, surgieron
una serie de leyendas, entre las que figuran el que las claves del arco las
puso el fraile solo, una noche de tormenta, sin que nadie le ayudara dejando
escrito en ellas.
“¡Almaraz, Almaraz,
Si te caes no te levantarás.
Y si te levantan, no como estás!”
Como ven, todos los puentes tienen leyendas, y no es una excepción el
de Almaraz, por lo que como curiosidad lo recogemos.
Diario HOY, 17 de mayo de 1985
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