Desde luego a mí no me gustan las “guerras
de notas” que, de un tiempo a esta parte, vienen realizando muchos
organismos oficiales, en Cáceres, para informar de lo que les apetece y salir
al paso de lo que de ellos se comenta, por parte de los que usan sus servicios
o del hombre de la calle en general que, teóricamente al menos, es muy dueño de
tener su propia opinión sin que nadie le quiera comer el coco tergiversándosela
y diciéndole, más o menos, aquello del chiste de: “menos pensar por sí y más consultar con nosotros”.
De un tiempo a esta parte se nos escamotea información, se nos informa
mal o a medias, o no se nos informa y cuando uno suple esa falta buscándose la
información de por sí (que en realidad es lo nuestro), los que tenían la
obligación de informarte y no lo hicieron se molestan y te envían esas notas
que hacen sus “gabinetes de prensa”
—que deberían llamarse como los antiguos: “de
prensa y propaganda”— en la que se duelen de que se busque la información
en la calle y no se recurra a ellos, que para eso están. Entre los gabinetes
más recientes de prensa figura el del INSALUD, que sale al paso de todo, sea la
epidemia de hepatitis de La Pesga o la protesta de cualquier ciudadano por un
mal servicio sanitario. Lo mismo podríamos decir del de la Junta, que cualquier
crítica la ve como “un deseo de hacer
política y no resolver los problemas pulsando las verdaderas fuentes”.
Para mí todo esto tiene un mal y es el del aislamiento de los cargos
públicos que, olímpicamente, se han apartado del pueblo y les molesta que el
pueblo piense otra cosa de la que ellos desean. Lejos han quedado las promesas
de claridad y puertas abiertas para todos. No hay claridad en la mayoría de las
cosas y las puertas están cerradas a cal y canto, lo que sería lógico en una
dictadura, pero no en una democracia donde los cargos, los partidos y las
personas —al menos teóricamente— pueden cambiar cada cuatro años.
No es cosa de concretar más pero el hecho es que, como en una orquesta
desafinada, cada organismo toca su propia melodía y el pueblo también,
esperemos encontrarnos todos al final, o sea en el “calderón”.
Diario HOY, 3 de septiembre de 1985
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