viernes, 15 de diciembre de 2017

Perder la personalidad


Los grandes medios de comunicación de masas que han traído muchas cosas buenas, también han dado lugar a que desaparezcan muchas peculiaridades de pueblos, zonas o comarcas, logrando una unificación de las costumbres, la forma de decir y aún los gustos (en los que nos mentalizan con la publicidad), que han restado personalidad a las localidades, donde por estas causas están desapareciendo: folklore, gastronomía y los que les diferenciaba de los otros pueblos.
Esta uniformidad de las costumbres y la forma de decir ha sumido en una mediocridad común a todos que, hablamos como la “tele”, designamos las calles y barriadas como oímos en las radios, hemos perdido nuestros cantos y músicas para imitar los del cine, etc.
A cuenta de ello estamos todos cortaos por el mismo rasero y hasta nuestras antiguas y bellas designaciones de las cosas las estamos perdiendo, si no las hemos perdido ya.
Vamos a recordar algunas de estas cosas perdidas en Cáceres a la vuelta de una generación escasa: Nosotros nunca llamamos a los municipales guardias y mucho menos policías; para nosotros los vigilantes del orden ciudadano eran celadores, palabra mucho más bonita que las actuales. Ahora para nosotros todo son plazas porque hemos perdido la designación de plazuelas para las más pequeñas y recoletas a las que ya no diferenciamos de las más grandes llamando plaza a todas; algunas se llamaron “potros” (como en Córdoba); hay calles que llevaban el nombre de “correderas”, como la de San Juan, porque en ella se hacían carreras de caballos, o “carrera” para indicar que antes había sido camino, como la “calle de la Carrera”; el lugar de los mercados de ganados para nosotros era “el rodeo”, nombre que pasó a América, pero que aquí hemos perdido. En fin, que estamos perdiendo nuestra personalidad ciudadana a marchas forzadas y no sé si ello será bueno.
Diario HOY, 15 de mayo de 1985

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